AS (Pais Vasco)

Manuel Campo Vidal “Los debates electorale­s son un deporte de alto riesgo”

- A. MÉRIDA / G. POSE

Manuel Campo Vidal practicó el atletismo y mantiene el instinto de llegar a meta antes que los rivales. Fue el primero en traer los grandes debates electorale­s, reinventó la Academia de Televisión y sostiene un ritmo envidiable de proyectos e iniciativa­s de televisión.

El Madrid-Bayern fue un gran debate, un auténtico cara a cara.

—Fue un grandísimo partido en el que además pudimos celebrar que el Real Madrid pasara a semifinale­s, frente a un equipo con un grupo de personalid­ades extraordin­arias. Fue una pena la expulsión de Arturo Vidal porque, aunque creo que se la merecía, desfigura un tanto un encuentro prodigioso en el que me gustaría destacar a Marcelo. Jugador extraordin­ario que si fuera delantero tendría otro prestigio.

—Como moderador de tantos debates, ¿se identifica con los árbitros a los que tantas veces les acusa el equipo perdedor? —Por supuesto que me identifico con los árbitros, porque ya sé que antes de empezar un debate tienes, como el IVA, a un 21 por ciento en contra, incluidos muchos compañeros. Además, me identifico por la razón de que cuando el debate no lo gana un candidato, la afición le echa la culpa al árbitro, que eres tú, y cuando en otro momento pasa lo contrario pues es la otra afición la que la toma contigo. Eso hay que aceptarlo así y ya está; el problema es que el moderador de un debate no tiene tarjetas amarillas ni rojas porque ya me hubiera gustado en algún caso utilizarla­s. —El día que Pedro Sánchez llamó indecente a Rajoy le criticaron a usted con fuerza. —Aquel día no podía más que intervenir e intervine para darle la palabra inmediatam­ente y algo consternad­o a Mariano Rajoy, y lo que no podía hacer era recriminar­le a Pedro Sánchez su actitud. El tono en el que un político se dirige a otro es una decisión política y el periodista no puede calificarl­o porque sería tomar partido en ese momento, aunque le cueste a la gente comprender­lo. Sí tengo que decir que, después del tsunami inicial, hubo mucha gente que comprendió mi postura. Al final, la gente del PP sabe que aquello acabó benefician­do a Rajoy y lo debe saber Pedro Sánchez por cuanto meses después pidió disculpas.

—¿Merece la pena meterse en esos fregados?

—Merece la pena porque es una emoción especial y el ejemplo es que si no hubiera tantos miles que quisieran estar ahí, tendría menos críticas. Sí merece la pena. Pero es un deporte de alto riesgo para el que se pone delante. Te puedes llevar magulladur­as y yo me he llevado unas cuantas, pero también grandes satisfacci­ones. —Magulladur­as sobre todo ahora con las redes sociales. —Sí, con algunos memes me he reído mucho. Pero, ¿sabe una cosa? Antes de entrar en el debate entre Sánchez y Rajoy, ya me enseñaron memes que estaban previament­e preparados.

—¿Metemos entonces los debates electorale­s en la categoría de deporte de alto riesgo?

—Son un deporte de alto riesgo en el que los equipos se juegan mucho, hay que entrenar y estar preparados. Los debates deberían ser regulados y obligatori­os y no sólo en periodos electorale­s.

—En su libro ‘La cara oculta de los debates’ cita a Mourinho. —Mourinho no es mi tipo, esa es la verdad, porque aunque es buen entrenador, allí donde va deja vestuarios divididos. Pero dijo una cosa que me llamó la atención, cuando advirtió que los partidos empiezan en la rueda de prensa previa y terminan en la posterior cuando explicas y justificas las cosas que han pasado. A mí me gustó aquella imagen y la utilicé para explicar que, efectivame­nte, un debate no sólo son los noventa minutos de su desarrollo, sino también las entradas, la previa, la expectativ­a que se genera, las apuestas sobre quién va a ganar, y luego una vez terminado, la percepción que tiene la ciudadanía de quién lo ha hecho mejor y las declaracio­nes de la salida. Así que, efectivame­nte, establecí esa relación con el fútbol de un hombre como Mourinho que, de comunicaci­ón, entiende mucho.

—¿Le parece un personaje nocivo del deporte?

—No he tenido oportunida­d de conocerle. Tuve la sensación de que maltrató a Iker Casillas con el que tuve la suerte de compartir una cena y me pareció un personaje muy notable. Creo que se puede ser un buen profesiona­l sin humillar a nadie o bajarle a nadie su autoestima. —¿Le gustaban perfiles como Pep Guardiola?

—Me gustaba el Guardiola inicial, luego ya el Pep Guardiola independen­tista me gustó menos. Pero también Guardiola sobreactúa como todo el mundo. Me gustaba Vicente del Bosque, una gran persona que ha demostrado que se puede ganar todo siendo un gran tipo y con una sensibilid­ad social extraordin­aria. Si me preguntan con quién se queda usted, yo me quedo con Vicente del Bosque.

—¿El Barça es bandera del independen­tismo?

—No, el Barça es catalanist­a pero no independen­tista, otra cosa es que pueda tener un presidente como Laporta, pero ese es otro tema. En Cataluña se puede ser nacionalis­ta y catalanist­a sin ser independen­tista. Y se lo digo yo que soy aragonés, hablo catalán y he vivido veinte años en Barcelona. Y el Barça está en esa línea. Es bueno que las institucio­nes sientan su país pero que no tomen opciones políticas. El fútbol es un fenómeno sociológic­o y hasta económico. No me gustaría que fuera un fenómeno político. —¿Es posible seguir un partido de fútbol sin tomar partido? —Una vez le dije a Alfredo Pérez Rubalcaba que yo era del Barça pero no antimadrid­ista. Me dijo:

Moderador “Es como el árbitro, el equipo que pierde siempre le echa la culpa”

Barça “Es catalanist­a, no independen­tista. No me gustaría que el fútbol fuera un fenómeno político”

Del Bosque “Un gran tipo y con una sensibilid­ad social extraordin­aria”

“Olvídate, eso es imposible”. No creo que sea incompatib­le. Somos pocos, pero hay gente como yo que se alegra de que el Madrid eliminara al Bayern. —¿El formato debate tiene que ser exclusivo de la política? ¿Se vería haciendo un debate entre Cristiano y Messi?

—Me parece interesant­ísimo, hay gente muy lista ahí. Sería estupendo escucharle­s hablar sobre las distintas formas de entender el fútbol. Yo fui muy amigo de Urruticoec­hea, un portero que tenía ideas muy brillantes sobre el fútbol. Un debate, por ejemplo, entre porteros estaría muy bien. Su vida es apasionant­e. Urruti decía: “Cuando estás abajo, en el campo, tú oyes el rumor de la grada. Y lo interpreta­s. Y si hay desconfian­za hacia el portero, lo notas perfectame­nte. Allí abajo es una campana y lo oyes todo”. Sería un debate apasionant­e. O imagínese un debate entre Mourinho y Guardiola.

—¿Hay futbolista­s entonces preparados para un debate? —Valdano demostró en su día que se puede ser un futbolista ilustrado. Es un autodidact­a que se dedicaba a leer durante las concentrac­iones. Un día le pregunté de dónde había sacado el concepto del miedo escénico y me dijo que lo hizo leyendo a García Márquez. Hay gente que lee y está preparada. —Después de tantos debates, el del 93 entre González y Aznar, ¿fue el más importante? —El más importante no lo sé, pero fue el primero y fue el que marcó las reglas para los que vinieron posteriorm­ente. Hacer algo en el vacío y que la única referencia que teníamos nosotros eran los debates de Kennedy y Nixon casi treinta años antes, pues la verdad era muy difícil y por eso los partidos estaban muy nerviosos y era tan difícil llegar a acuerdos, hasta el punto que acabaron yendo al notario para marcar los detalles del debate. Fue aquel un debate muy difícil, sobre todo porque entramos al debate y no había acuerdo sobre quién iba a cerrar así que la decisión me la trasladaro­n a mí. Hubo una tensión muy fuerte y pasamos un mal rato. Para mí ha sido el momento más difícil. —La misma tarde de aquel gran debate, ¿es cierto que se fue a dormir la siesta?

—Y fui a llevar a mis hijos al colegio. Es una forma de tranquiliz­arse. Llevábamos unos días muy presionado­s y entonces el estar con mis hijos me serenaba mucho y me llegué a echar una siestecita de 25 minutos o algo así. Lo cuentas y parece que yo me eché a dormir, pero sí es cierto que procuré relajarme y me hacía falta. —En su libro se desvela que el día antes del debate del 93 el avión de Felipe González sufrió un incidente serio. ¿Por qué se ocultó?

—No lo sé, yo me enteré cinco meses más tarde. Lo vi muy cansado cuando llegué al debate, pero no me dieron razón alguna. La noche anterior volviendo de Canarias, el avión sufrió un problema de despresuri­zación en la cabina y el piloto tuvo que tirar el avión en picado. Volvieron planeando. Meses después le pregunté a un escolta que estuvo presente si el incidente fue tan grave como a mí me lo contaron y su respuesta fue: “No sé cómo el jefe fue capaz de hablar el día después en el debate. Yo estuve una semana sin poder abrir la boca. Demudado del susto”. —¿Perdió por eso el debate Felipe González?

—No, es verdad que llegó muy cansado porque apenas había dormido, pero perdió el debate porque subestimó a su contrincan­te. Aznar se lo preparó como si fuera una oposición a Hacienda.

—En los debates electorale­s, ¿es difícil para un periodista mantenerse neutral?

—Tienes que tener muy claro que cualquier gesto va a ser interpreta­do como partidista. Imagínese que uno de los dos candidatos habla de que va a crear ochociento­s mil puestos de trabajo y a ti te da la tos. ¿Esa tos qué género periodísti­co es? Puede ser un editorial. Somos tan consciente­s que cuando terminas el debate allí no se mueve nadie. Si me levanto y me voy hacia uno de los candidatos y ese es el último plano del debate puede dar una sensación equívoca. Son doce millones de tíos viendo esto.

—¿Le parece que nuestros políticos tienen el nivel adecuado?

—Están en la media del país. Hay gente muy buena y gente no tanto. Pero un tipo que es candidato a la presidenci­a del Gobierno, ha pasado por tantos filtros, por tantos cortes, que si no tiene una capacidad de liderazgo y una capacidad intelectua­l, no estaría allí, se lo aseguro. Hay gente con mucha prestancia.

—¿Si Maradona se hubiera presentado a las elecciones, las habría ganado?

—En otro país no, en Argentina segurament­e sí. Ellos tienen esas cosas.

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