El Alavés perdona la vida a un Eibar en inferioridad
Dudosa mano de Riesgo fuera del área cuando despejaba
Noche festiva en Vitoria en vísperas de San Prudencio. Tras el partido, el personal se fue a cenar a las sociedades gastronómicas para, ya a medianoche, hacer sonar los tambores por toda la ciudad. El partido quedó marcado en el minuto 25 cuando Lejeune hizo una cesión de cabeza a un adelantado Riesgo que se encontró con el esférico fuera del área y despejó como pudo. El colegiado creyó que había tocado el balón con la mano y lo expulsó. Se equivocó.
El Eibar se quedó con diez el resto del choque y sufrió lo justo porque estuvo muy ordenado. Entró Yoel en el partido y Adrián resultó sacrificado. La jugada terminó con una falta directa que Ibai Gómez puso en el larguero. Es cierto que la reconversión visitante en un 4-4-1, con líneas muy apretaditas, le dio resultado hasta el descanso. Aunque luego se preveía una segunda mitad con más sufrimiento, los armeros siguieron muy ordenados y sacaron a colación una de las principales carencias del equipo de Pellegrino: la incapacidad para crear juego y peligro cuando tiene que llevar la iniciativa.
El partido arrancó de forma frenética con dos equipos buscando la portería contraria. Lejeune pudo adelantar a los suyos de cabeza en los primeros compases pero fue Edgar el que tuvo la ocasión más clara (al margen del travesaño de Ibai) con un remate en el segundo palo que se fue fuera. Tras el paso por vestuarios las cosas tampoco cambiaron demasiado. Pellegrino metió a Alexis por el sancionado Feddal en el eje de la defensa y a Romero por Manu para aumentar la creatividad en la medular. En última instancia también recurrió a un individualista Katai.
Improductivo. Si antes de la expulsión de Riesgo el dominio se repartía con un 50% para cada equipo, tras esa jugada se pasó al 60/40. Pero el dominio albiazul era improductivo, horizontal o colgando balones con poco sentido. Camarasa, Edgar y Romero lo intentaron y Lejeune sacó bajo palos un balón en el minuto 90. Pellegrino se marchó de Mendi golpeando la tejavana del banquillo local mientras que los azulgrana celebraron con sus aficionados el empate.