Ese toro enamorado de la luna

■ Es lo que tiene frecuentar ahora campos entrañables pero pequeños como Sarriena, donde todo está junto. Estaba yo, junto a Aritz González, el jefe de prensa del Leioa, y de Chema, un chaval de Mirones que hace sus primeras armas en el periodismo, en la puerta de la sala de prensa esperando a que Viadero analizara el partido, cuando, apenas a ocho metros, Higuera y Víctor Diego abrieron la puerta del vestuario racinguista para felicitar a su equipo y de la caseta salió un cántico eufórico: “Ese toro enamorado de la luna, que abandona por las noches la maná...” al que respondían los demás, arrebatados “¡Oooooooole!”, antes de seguir todos a coro Lalala, lalala...”. No eran Los Centellas sonando en un IPhone, no. Era Álex García (que canta bien, pero sobre todo con gracia) y todos sus compañeros haciendo los coros. Cuento esto porque esa celebración, no después de un ascenso ni de eliminar a un primera, sino de una simple victoria en Leioa, porque demuestra lo mucho que ese vestuario necesitaba ese triunfo, la presión que les habían metido esas tres derrotas. El peso que se han quitado de encima. Una cosa es decir que no pasa nada y otra sentir, como sentían, que sí podían pasar cosas. Y ganaron. Y merecieron ganar. Con Sergio y Cobo sacándose la espina de la Copa. Con demasiados pelotazos. Con Aquino.