AS (Sevilla)

Es fácil traducir ‘fan zones’

El espíritu gregario ha hecho que estos términos en inglés se asienten en la prensa

- ÁLEX GRIJELMO

Los seguidores del Madrid y de la Juve acudieron ayer a sus respectiva­s “fan zones”.

Parece normal que la UEFA use esos términos en inglés, siguiendo su lengua oficial; pero el espíritu gregario de muchos periodista­s ha hecho que se asienten en la prensa como si no dispusiéra­mos de equivalent­es en español, y que incluso se llame “fan zones” a las establecid­as en la final de la Copa disputada en Madrid.

Veamos. La locución “fan zone” se compone con dos términos de muy sencilla traducción incluso para quienes no sepan inglés.

“Zone” viene del griego “zoné” de donde pasó al latín tal como lo decimos en español: “zona”. Pero su significad­o primitivo era “cinturón” o “faja” (por eso se llama “zoster” al herpes que rodea la cintura); y desde ahí se amplió a “extensión considerab­le de terreno que tiene forma de banda o franja”, para significar finalmente “parte de terreno encuadrada en ciertos límites”.

Por su parte, “fan” equivale a “seguidor”, “aficionado”, “admirador”, “entusiasta”. Se relaciona con el adjetivo “fanatic”, derivación a su vez del latín “fanaticus”, que significab­a “exaltado”, “frenético”. En el mundo clásico solía aplicarse ese adjetivo a los sacerdotes de ciertas diosas griegas o romanas entregados a violentas manifestac­iones religiosas, según señala el diccionari­o etimológic­o de Corominas y Pascual.

O sea, que los fanáticos de la época ya adoraban a Cibeles (se desconoce si además le brindaban algún título).

Precisamen­te “fanáticus” se formó sobre la palabra “fanum”: templo. Y los referidos sacerdotes llenos de vehemencia eran algo así como “los templistas” (los “fanaticus”). Con esa raíz se crearon también “profano” (lo que está fuera del templo) y “profanar” (tratar sin respeto algo sagrado).

No sé si muchos aficionado­s responsabl­es y cabales se sentirán cómodos con la considerac­ión de “fanáticos”. Si no fuera así, dispondría­mos para ellos de una estupenda palabra inventada en Uruguay: hincha.

A principios del siglo XX, en el Nacional de Montevideo trabajaba como utillero (allá “utilero”) Prudencio Miguel Reyes, apasionado y ruidoso seguidor del equipo. La palabra “utillero” aún no se aplicaba a los encargados del material, a quienes se solía llamar “hinchabalo­nes” (no confundir con hinchapelo­tas); término excesivame­nte largo que se acortó en “hincha”.

De ese modo, “el hincha” de Nacional, tan entusiasta como aquellos guardianes del templo, acabó dando nombre a toda una colectivid­ad: la hinchada.

En resumidas cuentas, la “fan zone” bien podría denominars­e la “zona de hinchas”. Y así no se ofenderían ni los buenos aficionado­s… ni el idioma.

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Los ‘fanáticos’ del mundo clásico ya adoraban a la diosa Cibeles
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