AS (Sevilla)

El desgarro de Pepe, en plena apoteosis madridista

- ELÍAS ISRAEL @elias_israel

El Madrid de Zidane. Hasta que llegó Mourinho a intentar meterle una patada al tablero, jamás en la historia del Real Madrid un equipo blanco llevó el nombre de su entrenador. El Madrid siempre fue un club de jugadores: el Madrid de Di Stéfano, el de los ‘Yeyes’, el de los Garcías, el de la Quinta, el de los Galácticos o si acaso de los presidente­s, que siempre tendrán quien les escriba: el Madrid de Bernabéu o el Madrid de Florentino. No se trata de relativiza­r las tres Champions de cuatro, pero el valor de conquistar dos Copas de Europa consecutiv­as y, sobre todo, con una Liga por medio es propia de un entrenador de época. Igual que se recordará al Milán de Sacchi o al Barca de Pep, en Cardiff nació la leyenda del Madrid de Zidane, En la historia del fútbol, quedará la gesta de un equipo que permeabili­za como ninguno los liderazgos silencioso­s, de un técnico que mueve voluntades y que cambia partidos sin grandes alardes. Poner a tanto genio al servicio de una causa común es propio de otro gran genio.

El portazo. No es oro todo lo que reluce. Es evidente que el momento elegido por Pepe para mostrar su desencanto, en Cope, en plena resaca de la madre de todas las temporadas, no ha sido acertado. Se equivocó en las formas, pero no en el fondo. El club blanco no está en la obligación de ofrecer a nadie lo que no crea, pero sí en mirar a los ojos a los que le han dedicado diez años de su vida, hablar en plata y buscar una salida buena para todos. Pepe puede irse, pero no como un resentido. No puede ser casualidad que le haya pasado a Del Bosque, a Hierro, a Raúl, a Casillas...

El Madrid estaba avisado. El enfado de Pepe viene de lejos. Desde esta misma tribuna contamos su tremendo disgusto al verse fuera de la lista contra el Sevilla, en la que sí entró Coentrao, en el último partido que previsible­mente iba a jugar en el Santiago Bernabéu. James, a su manera, se despidió con el cariño del estadio. Hasta a Coentrao le han dado una salida más airosa, pagando buena parte de su ficha. Mucho de todo lo bueno que le ha pasado al Madrid estos años ha sido gracias a Pepe, por lo que se vio y por lo que no. Que le pregunten a Cristiano por su amigo Pepito, cuando los títulos no caían. La pasión juega malas pasadas. Más que una rajada, hay que verlo como un desgarro.

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