AS (Sevilla)

Nadal devora a Thiem y la Décima está a un paso

Llega a la final contra Wawrinka sin ceder un set y sólo 29 juegos

- JESÚS MÍNGUEZ LA CRÓNICA

Rodillo Tiene el aura invencible de 2008 y nunca ha perdido una final en París

El español optará a un décimo título en Roland Garros mañana (15:00, Tele 5) frente al suizo Stanislas Wawrinka, que se exprimió para derrotar a Andy Murray en cinco sets. Nadal, que había perdido en Roma con Thiem, fundió al austriaco: 6-3, 6-4 y 6-0.

El hombre devoró al niño en la Philippe Chatrier. En su territorio. Rafa Nadal, 31 años recién cumplidos y nueve veces campeón, enterró bajo la alfombra ocre de Roland Garros las esperanzas de Dominic Thiem, de 23 y señalado como próximo tirano de la arcilla, por 6-3, 6-4 y 6-0 en 2h:07.

El sueño de la décima Copa de los Mosquetero­s sigue vivo, lo lleva alimentand­o el mallorquín desde que decidiera parar el año pasado en octubre en Shanghai para recuperar su físico, y debería tener su culminació­n mañana (15:00, Tele 5 y Eurosport) frente a Stanislas Wawrinka. El asesino silencioso suizo, que fue campeón en 2015, salió victorioso de una batalla de cuatro horas y media y cinco sets frente a Andy Murray. Y ha ganado las tres finales de Grand Slam que ha disputado. Cuidado.

Nadal, en el nuevo clásico de la tierra (balance ya de 5-2 para él), aprendió la lección del reciente Masters 1.000 de Roma, donde cayó frente al austriaco. Venía de derrotarlo en las finales de Barcelona y Madrid, pero en la central del Foro Itálico, menos profunda y abierta que la Chatrier, sucumbió ante los latigazos desatados de lado a lado de la séptima raqueta de la ATP. Descubrió Nadal que era importante alejar de la línea de fondo al que está llamado a ser su sucesor en París algún día y planteó el partido como un combate de boxeo. A palos. Pim-pam-pum sobre el férreo revés a una mano de su rival. Hasta desmontarl­o. Bolas altísimas, girando a miles de revolucion­es por minuto, que lo obligaban a restar muy arriba y le quitaban la iniciativa.

Salió el de Lichtenwor­th con descaro, y quebró de entrada. Pero el contrabrea­k fue inmediato. A partir de ahí, 44 minutos madurando el set hasta que cayó por 6-3. Siempre dominante Nadal, no dejó resquicios para que Thiem se metiera en el partido. Tampoco lo consiguió en el segundo, que se esfumó con un 6-4. El porcentaje al saque de Nadal (71% de puntos ganados con primeros y 76% con segundos) no dejó lugar a que hubiera respuesta. La tercera manga fue un ejercicio de demolición exprés (6-0). El español, que llegó cuatro del mundo, se jugará con Wawrinka la segunda plaza del ranking.

Está Nadal en la final fresco (9h:59 en pista), sin perder un set. Con ese aura invencible que mostró en 2008, el año de su gran exhibición en París en el que también ganó Wimbledon, el oro en Pekín y el número uno. Entonces, entregó 37 juegos antes del partido decisivo. Ahora, sólo 29. Es su 22ª final de Grand Slam y nunca ha perdido una en Roland Garros de las nueve que ha jugado. Le espera Wawrinka. El último obstáculo para recuperar una copa que lleva dos años escapando de sus manos. Y a la que pretende asestar un décimo mordisco.

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SU TERRITORIO. Nadal alza los brazos en la Philippe Chatrier después de liquidar a Thiem en un partido casi perfecto.
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