Aquí manda Froome
Arrebató el maillot a Aru Ganó Matthews Hoy, Macizo Central
La cota de Saint Pierre, el repecho de San Pedro, tenía las llaves de la victoria en sus 570 metros al 9,6% de pendiente. También abrió las puertas del maillot amarillo a Chris Froome. Fabio Aru entró cortado y el británico no sólo recuperó la prenda, sino que además distanció a su rival a 18 segundos. Demasiado descuido. Por delante, los clasicómanos pujaron por el triunfo en un final diseñado a medida: Matthews batió a Van Avermaet y Boasson Hagen. No era la Lieja ni la Amstel, aunque lo pareciera, sino la 14ª etapa del Tour: Blagnac-Rodez.
Estaba cantado que en un final tan explosivo se iban a picar segundos. Aru lo sabía, por eso resulta extraño que entrara tan atrás cuando es un ciclista con chispa. Circula la teoría de que quería ceder el maillot amarillo para no tener que controlar la carrera en el ratonero recorrido de hoy, en el Macizo Central. El viernes ya había perdido a Fuglsang, que llevaba varios días penando con dos fisuras en una muñeca. Y días antes, con una lesión parecida, se había retirado Cataldo. Es cierto que con los dos corredores más fuertes ya en casa, el Astana no brinda garantías al sardo. Aru explicó que llegó mal colocado, que se despistó… Si también hubo premeditación, se le fue la mano. Demasiado margen.
El italiano, que acabó a 24 segundos de Froome, fue la mayor presa, pero no la única. De hecho, sólo Rigoberto Urán y Dan Martin llegaron con el mismo crono. También cedieron tiempo: Bardet y Simon Yates, a 4”; Landa, a 14”; Contador, Nairo Quintana y Bennett, a 21”, y Meintjes, igualmente a 24”. Una criba más grande que en muchas llegadas de montaña.
La apuesta. En la lucha por la etapa hubiéramos apostado por Valverde o Sagan. Pero ni uno ni el otro están en la carrera desde hace tiempo. En su ausencia, los pronósticos apuntaban a Van Avermaet, que ya había vencido en Rodez en 2015, y a Matthews, otro finalizador similar. Dos clasicómanos. No era un secreto: sus respectivos equipos, el BMC y el Sunweb, llevaron la batuta durante toda la jornada.
Otro ciclista que tenía señalada la etapa en el libro de ruta era Voeckler, que a sus 38 años da sus últimas pedaladas en el Tour. Eso mismo debió pensar De Gendt, uno de esos ciclistas a los que le gusta más avanzar en solitario que acompañado. Y ambos se metieron en la fuga del día con Hollenstein, Roosen y Bouet. El pelotón, impulsado por el BMC y el Sunweb, no permitió alegrías y engulló a los osados, uno a uno, hasta que quedó un único superviviente. De Gendt sucumbió cuando restaban 13 kilómetros. Feliz de rodar solo, feliz de hacer de presa, feliz de exprimir hasta la última gota, feliz de ser ciclista.
La carrera ya estaba lanzada. Frenética. El Katusha insistió en romper la etapa. Sin éxito. Primero, Tony Martin. Luego, Lammertink. El Sky asomó por la cabeza en labores de caza. Turno para los gallos. Froome había iniciado el día a sólo seis segundos de Fabio Aru, una distancia tan ínfima que cualquier corte podría teñirse de amarillo. Como así fue. Y también el Quick Step y el Dimension Data, con Philippe Gilbert y Boasson Hagen en sus pensamientos.
Al final pasó lo que tenía que pasar. Matthews rivalizó con Van Avermaet. Y hubo corte. El ciclismo tiene desenlaces anunciados. Y, aun así, siempre pasan cosas inesperadas.