El Opel Cabrio exhibe todos sus encantos
Un descapotable de marca generalista, con techo de lona de buena calidad, cómodo de utilizar, muy bien equipado y con un propulsor de gasolina de rendimiento suficiente
Opel tiene una propuesta interesante para los incondicionales de los coches descapotables. Sin necesidad de recurrir a marcas de segmento superior (tanto como su precio), la alemana cuenta en su catálogo con el Cabrio (llamado Cascada fuera del mercado español), que tiene cualidades destacables sin que el precio resulte exagerado. No es que 35.000 euros sea, obviamente, una cantidad despreciable pero lo que se ofrece por ella puede convencer a muchos de los que aspiren a un coche de este estilo.
Su carrocería tiene una longitud de 4,69 metros y sólo dos puertas, aunque lo que la define es su cerramiento superior mediante una capota de lona, que tiene funcionamiento automático para abrirla o cerrarla desde el interior del vehículo o desde el botón previsto para tal fin en el mando a distancia. Todo el proceso se completa en 17 segundos y puede realizarse en marcha hasta una velocidad de 50 km/h.
El diseño ha sido bien resuelto en el Cabrio, un descapotable que convence tanto cerrado como abierto. Sus puertas de generoso tamaño facilitan el acceso a un habitáculo de sólo cuatro plazas aunque bastante amplias. Los asientos son cómodos y el equipamiento Excellence, el único disponible, cuenta con detalles sobrados para satisfacer a los más exigentes, tanto en confort como en seguridad.
El motor de gasolina de 1,6 litros y turboalimentación entrega 170 CV, un rendimiento óptimo para un automóvil que busca el disfrute más allá de las prestaciones deportivas. Es mejorable, sin embargo, su cambio automático por convertidor de par, inferior en la mayoría de los aspectos a soluciones más avanzadas.
Conducir a cielo abierto se convierte en una sensación agradable, sin ruidos aerodinámicos exagerados, una cualidad que mantiene con la capota cerrada. Su comportamiento es correcto, con unas suspensiones confortables pero una calidad de rodadura que transmite en exceso ciertas irregularidades del asfalto. Algo que no impide valorar sus posibilidades dinámicas y su encanto indiscutible.