AS (Sevilla)

Seis directores llevan al cine los relatos de Fontanarro­sa

Todos son de Rosario y filman un corto. Estreno, el 27

- PATRICIA CAZÓN

Todo surgió de la cabeza de Juan Pablo Buscarini hace dos años. De su cabeza y del tacto de esos libros siempre en las manos, las tres novelas y diez de cuentos que dejó Roberto el Negro Fontanarro­sa. Diez años después de su muerte, 19 de julio de 2007, esa idea lo hará cine: otros cinco directores (Postiglion­e, Héctor Molina, Néstor Zapata, Hugo Grosso y Pablo Rodríguez Jáuregui) acudieron a la llamada de Buscarini. Cada uno eligió un relato, cada relato es un corto y, entre todos, cosen una película, ésta. Por cierto, todos, como Fontanarro­sa, nacieron en Rosario.

Precisamen­te alrededor de una mesa de El Cairo, bar donde El Negro escribía, una estatua en su honor da fe, se reunieron los seis directores para hablar de su película (Fontanarro­sa, lo que se dice de un ídolo). Se estrena en dos días, el 27 de julio, en Rosario, una semana antes de que lo haga en toda Argentina. En sus calles no se habla de otra cosa. La idea es un gol. Los relatos de Fontanarro­sa hechos películas, sus héroes de fútbol llenando la pantalla grande.

“El puntapié fue llamar a todos los directores que en Rosario hubieran dirigido al menos un largo de ficción, que es el sistema del Incaa. Somos nueve y quedamos seis. Otros por otros compromiso­s laborales no pudieron. Fui el impulsor pero ya. Después me dediqué a dirigir uno de los cortos”, explicaba Buscarini a El Capital. Una de esas historias que una vez imaginó el lápiz de Fontanarro­sa. Porque son muchas, todas. La de aquel delantero sin goles porque no quiere matar a su padre de emoción, la del defensa que se los hace todos en propia meta para que se acuerden de su madre, prostituta, o la del aquel futbolín con vida que ya inspiró a Campanella, guión de Sacheri, en Metegol.

Inteligent­e, eterno. “Los que terminamos eligiendo terminaron siendo los que sucedían en ámbitos más cercanos”. Los que pasaban allí, en Rosario. “El presupuest­o era acotado”, sigue Buscarini, que vuelve a Fontanarro­sa: “Él inició la chispa, dejando una obra excepciona­l: nosotros, los captores de todo eso”. Esto, “seis cuentos, seis directores, una película”, como lo venden. Y mucho humor. No podía ser de otra manera si por medio anda Fontanarro­sa.

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DIRECTORES. Los seis de la película, en una mesa del bar El Cairo.
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