Todo lo que se debe comprobar con atención
En caso de que, como se recomienda en el texto que acompaña a estas líneas, no podamos recurrir a un profesional que certifique el estado del vehículo, será el propio comprador quien deba realizar una serie de comprobaciones básicas.
Quizá lo más sencillo sea verificar el estado de la carrocería; golpes y abolladuras se detectan a simple vista y son esclarecedores sobre el uso que se le ha dado el coche. Los bajos pueden presentar corrosión, algo nada recomendable.
En el habitáculo, el desgaste de elementos como el volante, la palanca de cambios o los asientos denotan igualmente la utilización que ha tenido el automóvil.
En cuanto al motor, ya es más complicado para un profano conocer en qué condiciones se encuentra. Hay que prestar atención a su aspecto exterior general, afinar el oído por si se detecta algún sonido extraño y comprobar si el propietario mantiene los niveles correctos, si es cuidadoso al respecto.
imprescindible realizar una prueba dinámica, incluso para los que no son expertos en la materia. Con referencias de otros coches, quizá se llegue a apreciar que la dirección no gira correctamente, que los frenos chirrían o que los amortiguadores no cumplen con su cometido. El motor no debería dar tirones y el embrague tendría que ofrecer un buen tacto en todo el recorrido del pedal.
Por último, si el libro de revisiones está al día será una buena señal sobre el mantenimiento general.