AS (Sevilla)

Un Clásico sin cadenas

El Barça ganaba 0-2 a los 7' ● Kovacic y Asensio llevaron al Madrid al empate ● Decidió Piqué ● Partido sin defensas y con dos porterazos

- LUIS NIETO

Fue un Clásico para la galería, muy al gusto americano, vestido de all-star. No esperen nada parecido en la Supecopa, pero alegró la tarde de Miami y la madrugada en España. Dos defensas de carnaval, un tiroteo larguísimo y magnífico y un justo vencedor, el Barça, que ausente Cristiano, conserva mejor artillería y que, visto el duelo, no encontrará, ni con 200 millones en la mochila, relevo para el mejor Neymar desde que llegó.

La reunión de un equipo que salió a malentrena­rse y otro que buscó lucirse tuvo un efecto demoledor para el Madrid en el inicio. Se intuyó desde el primer toque de campana. El equipo de Zidane, que salió con lo mejor que tiene menos Kroos, Isco y Cristiano, quedó aculado en su campo, tirando la toalla de la presión, a merced de un rival que sí quiso darle aire al Clásico. A estas alturas la plantilla debe saber que el club no puede vivir de su museo ni un verano.

Fue un desmayo tremendo el del Madrid. En doce minutos el Barça le había hecho dos goles y dos ocasiones claras. Un error de cálculo de Ramos levantó el telón del 0-1. Quedó fuera de sitio y Messi puso el resto: la carrera, el recorte a Modric y el disparo de fortuna que tocó en Varane y dejó sin respuesta a Keylor. Y de inmediato, una arrancada en la izquierda de Neymar acabó en la bota derecha de Rakitic después de algunas peripecias. Fue el 0-2. Con el Madrid boca arriba perdonaron otras dos Rakitic y Suárez. Para despegar al Madrid el Barça no había necesitado ni codicia en la presión, que por ahí ha empezado Valverde su viaje de regreso al pasado. Antes del primer cuarto de hora sonaban los olés, que en fútbol es música de baile.

Y de repente hubo partido. Sucedió de modo imprevisto, en una arrancada vertical de Kovacic, ese eslálom frontal que ningún otro jugador de la plantilla posee. Mandó a la lona a Piqué con un recorte y a Cillessen con un derechazo. Todo sucedió a espaldas de Bale, recostado esta vez en la derecha. El galés salta de puesto a en puesto sin ponerse a salvo en ninguno. Aquella megaestrel­la que un día compró Florentino es ahora un futbolista deprimido, quebradizo, insustanci­al. Su moño se paseó sin rumbo por Miami durante la primera mitad

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