AS (Sevilla)

El naufragio del atletismo español

“...UNA BUENA IDEA, BASADA EN BUENAS INTENCIONE­S. PERO NO HA FUNCIONADO”.

- JUAN GUTIÉRREZ

Puede que hoy Ruth Beitia logre una medalla: no exhibe el estado de gracia de otras grandes ocasiones, pero es una brava competidor­a, una apuesta fiable. O que Jorge Ureña brille en la segunda jornada del decatlón. O que mañana caiga algún podio en la marcha, en otros tiempos el salvavidas de nuestro atletismo. O que Adel Mechaal rescate un puesto de privilegio en ese 1.500 que tanta gloria ha dado a

España. O, si me apuran, que el 4x400 nos haga vibrar. Nos gustaría que así fuera, por el bien de nuestro deporte y por las ganas que pone el presidente de la RFEA, Raúl Chapado. Pero incluso si todo eso ocurriera a la vez, no maquillarí­a la pésima actuación de la Selección en los presentes Mundiales de Londres. Hasta ahora, salvo pequeñas excepcione­s, un desastre. El análisis hay que hacerlo más allá de los podios, como le gusta decir a los técnicos. De los 56 atletas desplazado­s por la RFEA (dos de ellos para el relevo), hasta la fecha sólo ha habido dos finalistas: Ana Peleteiro, la mejor con diferencia, fue séptima con marca personal, y Orlando Ortega cambió su plata olímpica por otro séptimo puesto. Tras ellos, sólo un atleta ha entrado en el top-ten: Pablo Torrijos (10º). Y además de Peleteiro, únicamente tres han mejorado sus registros: Óscar Husillos (dos veces),

Ana Lozano y Marta Pérez. El resto, en su gran mayoría, cayó eliminado a las primeras de cambio, en dos casos por tres nulos. Son datos que exponemos con tristeza y sin saña. La campaña

#pasiónporc­ompetir es una buena idea, basada en buenas intencione­s. Pero no ha funcionado.

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