Heliópolis tampoco alivia a Mel
El partido de ayer tenía un protagonista previo: Pepe Mel. El técnico madrileño volvía a Heliópolis, la que fue su casa reconocible en su vida futbolística. Y la misma persona, al margen de Joaquín, sale como el nombre con mayúsculas del encuentro, y no por nada positivo. Mel, con amenaza presidencial durante la semana, sale tocado, cuestionado y con un complicado futuro por delante. Él era consciente en la previa, pero la revolución planteada volvió a dibujar un Deportivo sin ideas, plano en la construcción y la destrucción, a merced del rival. El problema es que esto está siendo una constante en la temporada.
Las pésimas sensaciones se unen a las numéricas, más dramáticas si cabe. Un punto de doce con el equipo en el fondo de la clasificación. Once goles encajados, una auténtica barbaridad, y la portería como un grave problema al que no se le ve solución. Debutó Pantilimon, quinto meta en los últimos seis partidos de LaLiga, y todo sigue igual. No fue el culpable, no fue la solución. Y ya no quedan más balas en la recámara. La única luz del Depor es su pegada. Ayer fue un golazo de Fede Cartabia el que hizo soñar con un puntito, pero poco más. Andone, Adrián y Lucas son dinamita para cualquier rival, pero para que explote se necesita armar al equipo atrás y en la media. El cortocircuito es grave y cuando eso ocurre el patrón, Mel, es el señalado.