AS (Sevilla)

Del gol de Cristiano al tiro libre de Messi

- ALFREDO RELAÑO

El primer gol de Cristiano en esta Liga ha resultado rentable. Se hizo esperar, no llegó hasta el 85’ del partido de Getafe, que estaba complicado, pero le hace al Madrid saltar en la tabla hasta el segundo puesto, a la espera de lo que haga el Valencia hoy. Un buen gol, en magnífico pase de Isco que el crack remató implacable­mente. No mucho antes había fallado un remate claro a puerta vacía. Tras marcar, sacudió el brazo, como diciendo, ¡por fin! Se acabó el maleficio. Ese gol se unía a otro estupendo de Benzema para batir al que marcó el Getafe, un autogol a medias entre Nacho y Llorente, con Molina en fuera de juego. Luego, el Madrid se sentó tranquilo a ver el partido del Wanda Metropolit­ano... que no tuvo nada de tranquilo. Fue emocionant­e hasta el final, con ese golpe franco de Messi, ya en el 93’, que detuvo Oblak. Acabado el partido, un amigo madridista me decía: “Esto de ir con el Atlético es tremendo”. Y en efecto, lo es. El Atlético ilusionó con un buen primer tiempo de vaivén, en el que protegió muy bien a su portero (antes del descanso Oblak no había intervenid­o) y a su vez creó peligro. Un golazo de Saúl y un par de buenas paradas de Ter Stegen a tiros de Griezmann, uno de ellos tras un caño tremendo a Piqué que hizo feliz al público. Pero en la segunda mitad el Atlético se desplomó. Con fe, disposició­n y colocación, el Barça ahogó su salida. El campo se volcó sobre la portería de Oblak, que al fondo de la cuesta se defendía muy bien, porque es un gran portero, de eficiencia sin gestos. Al Barça le faltó la magia de Messi, quizá cansado, quizá vacío, después de esa plenitud que alcanzó en Quito. El empate del Barça tardó en llegar. Lo marcó Luis Suárez, en buen cabezazo, y lo celebró con una de esas ceremonias tontas y provocador­as que afean al fútbol. Luego siguió la carga, hasta ese golpe franco final con el que se quedó Oblak. Y atléticos y madridista­s respiraron.

“UN GOLAZO DE SAÚL

Y UN PAR DE BUENAS

PARADAS DE TER

STEGEN, A TIROS...”

de que al árbitro le diera por arrepentir­se y sacar una amarilla que sería segunda, problemas.

Los planteó todos el Barça nada más regresar de la caseta. Su dominio se llenó de brotes verde ante un Atleti diluido: Carrasco siempre se topaba con Umtiti, Correa no estaba y Oblak estrenaría por primera vez sus guantes en el 55'. Sería ante Suárez, poco antes de que Messi estampara, de libre directo, un balón en su poste que sonó a alarma. Sería constante.

Barça ante Oblak. Entonces apareció el miedo en el Wanda. El miedo, filtrándos­e gota a gota mientras Messi no se iba del área de Oblak. Uno de sus múltiples golpes, un zurdazo, se fue rozando el palo. El fiuuuuuu dio tanto susto como aquel de los primeros veintinuev­e segundos: el argentino lograría hacer arte sobre un mantel de papel, con vasos y platos de plástico.

O, incluso, con las piernas pesadas. Porque en el 80' lo hacían, las piernas, pesar mucho, por esos minutos y los de los partidos FIFA y sus kilómetros las últimas dos semanas. Suárez estiró de pronto la suya como si fuera un tentáculo ante Oblak que pararía esa, esa sí, mano milagro, pero la siguiente no. La siguiente, cuando lo que Suárez estiró fue la cabeza para rematar un balón de Sergi Roberto. Sonaría la red de Oblak, empate, diría. El partido ya era asedio del Barça.

Luis Suárez se había convertido en el dragón que escupía pelotas del padre de Agassi, una tortura. Y Mateu le añadiría tres minutos. Tres más. Y cuando quedaban veintinuev­e segundos, justo veintinuev­e el partido estaba como al principio: en las botas de Messi. Porque Grizi le fue a robar un balón al borde del área con falta y el árbitro la pitó. Minuto 92:31, 92:32... Qué sufrir. Y Messi que mira la pelota, da un paso atrás y mira a Oblak. Mira a Oblak y el tiempo se detiene en el campo. Cuando el reloj llegó al 93' se lo comió un rugido, el de la grada aplaudiend­o con su garganta un abrazo, el de Oblak al balón. Fin del primer Atleti-Barça de una historia, la del Wanda Metropolit­ano: intensidad Calderón, resultado 1-1. Y dando gracias a un santo. San Jan.

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