AS (Sevilla)

El Málaga es hoy un rival directo

- JOSÉ A. ESPINA

Quique Setién no quiere calificar el partido de ‘final’, se supone que para quitarle de encima equipaje emocional a un equipo que ante el Atlético dio una versión algo mejorada con respecto a su desolador cuadro de las últimas semanas. Mejor, sí, pero a todas luces insuficien­te. Simeone ganó en el Villamarín con la desnuda verdad del

minimalism­o: gracias a un fallo defensivo (el enésimo) y a la incapacida­d goleadora verdiblanc­a, cada día más evidente. Porque no está bien Sergio León ni jugarán Sanabria,

Rubén Castro ni (hay que ver meterlos en el mismo saco, Quique) tampoco el ucraniano

Zozulya, que por cierto no logró meter un solo gol oficial cuando jugaba en Heliópolis.

La realidad es que a este Betis le sigue costando un mundo llegar con profundida­d a la portería contraria.

Yése es el debe principal de los verdiblanc­os durante estas seis jornadas ya sin conocer la victoria. No se crean apenas ocasiones, defecto multiplica­do por la facilidad con la que los rivales se plantan delante de Antonio

Adán. Perder hoy otra vez mete al Betis de lleno en el lío de los de abajo y acaba de paso con esa cantinela, cada partido que pasaba más mentirosa, de que una victoria permitía acercarse a los puestos de

Europa. El Málaga, al menos hasta que sean las 23:00 y el Betis haya conseguido sacar algo positivo en La Rosaleda, llega al partido con la merecida vitola de rival directo, señal de que las cosas no han cambiado nada en Heliópolis. Lo dicen claramente los puntos y también la clasificac­ión: el Betis acabó anoche el 14º. Peor, pero bastante peor, que el calificati­vo de mediocre.

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