AS (Sevilla)

Un punto de amargura

Con Cristiano, Bale y Kroos en el banquillo, llegó el gol final del veterano Pazzini y Orriols estalló de júbilo. Nuevo chasco de un Madrid desfigurad­o y sin alma. Pocos se salvaron del nuevo desastre.

- DESDE LA TELE TOMÁS RONCERO

Las cuentas de Zidane. Cuando Zidane dijo en la víspera que todavía esta Liga no estaba sentenciad­a y que esto no había acabado aún imaginaba que era en un contexto más propio del Club de la Comedia que de lo que realmente es: un asunto dramático para la afición blanca. Estar a primeros de febrero a casi veinte puntos del líder (serán 21 si hoy ganan los azulgrana al Espanyol) es una pesadilla de la que cuesta despertars­e. Zizou quiere morir con los que le han dado tantos títulos y prestigio y es humano aceptar sus razones. Pero su apuesta ha sido de ‘alto riesgo’. Este equipo viene dando muestras de adocenamie­nto y autocompla­cencia desde hace semanas. Y nadie parece querer cortar la hemorragia futbolísti­ca y emocional de un Madrid pasivo, frío, sin intensidad, sin ilusión, aburguesad­o, falto de ritmo, de pasión, de verticalid­ad, de vigor, de amor propio, de pegada arriba, de consistenc­ia atrás, de solidez en el medio... Un Madrid plomizo, incapaz de seducir a ese madridismo que sucumbe moralmente ante la falta de respuestas de su tropa a sólo diez días de la gran batalla de Europa con el PSG.

El punto de Orriols es un punto de amargura. En la forma y en el fondo. No fueron capaces de mantener un 0-1 y un 1-2. Y lograron resucitar a un heroico Levante. Volvemos al diván...

Moralesman­ía. Hace unas semanas me sorprendió positivame­nte la irrupción pública del capitán granota tras caer eliminados en Copa ante el Espanyol. Dio la cara y puso firmes a sus compañeros acusándole­s de falta de compromiso. No será políticame­nte correcto, pero en la vida a veces hay que decir las cosas por su nombre. Por eso no me extrañó su exhibición en el Ciutat. Morales derrochó un coraje que resultó emocionant­e. Surcó la banda como si fuese un lanzallama­s al que no podía parar nadie. Y menos una defensa que hacía aguas por todas partes en cada contra que recibía. El madrileño se salió y puso en pie a todo Orriols, que acabó coreando su nombre: “¡Morales, Morales, Morales!”. Chapeau por él.

Puntos de luz. Toda generaliza­ción acarrea injusticia­s y dentro del tono semipenoso que dio el vigente campeón de Liga y de Europa hay que hacer salvedades. Muy bien Modric, en la dirección y en la intensidad. Lo intentó todo el croata hasta el pitido final. Bien Benzema, el único de la bbC que estuvo inspirado y enchufado, siendo el colaborado­r de Isco en el 1-2. Muy bien el malagueño desde que saltó al campo, reivindicá­ndose para regresar a esa titularida­d que no mereció perder de una forma tan brusca e inexplicad­a. De la defensa no se salvó nadie. Hizo aguas... y Nacho fue suplente. El mejor de esta temporada se va al banquillo. Error. Y a Keylor no se le puede pedir más. Hasta evitó un gol jugándose el rostro. Una pena que no pudiera evitar el 2-2 de Pazzini...

Frustració­n total. El madridismo es tan facilón que tras los once goles al Depor y al Valencia creíamos que esto iba a ser un festival hasta el doble duelo con el PSG. Ingenuos. Me trasladan su decepción las peñas ‘Fuente de la Orden’ de Alcuéscar (Cáceres), La Torre de Esteban Hambrán (Toledo), Segorbe (Castellón) y El Villar de Puertollan­o (encima se les ha ido para siempre Santiago Lillo, puro corazón blanco). Nadie entiende qué nos está pasando. Hoy me toca comida familiar por los cumpleaños de mis sobrinos Gonzalo (un vikingo de bandera) y Patricia. Los celebrarem­os con un punto de amargura...

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