AS (Sevilla)

Francia tuvo mejor sprint

La jerarquía de Griezmann y la potencia de Mbappé acabaron con la admirable Croacia ● Pitana imaginó la falta del 1-0 ● El VAR le dio un penalti al campeón

- LUIS NIETO

Ganó Francia, probableme­nte el fútbol que se avecina. Y si el futuro ya está aquí, trae a Mbappé a toda pastilla, como sucedió hace sesenta años con Pelé. Él le dio valor a centrocamp­istas de altos hornos como Kanté y Pogba. Y a centrales que valen como laterales (Pavard y Lucas) para borrar fronteras y complejos. Y a centrales de mucha fibra y buen pie como Varane y Umtiti. Y a un fabuloso Griezmann, reorientad­o a jugador total. Habrá que acostumbra­rse, que no es lo mismo que enamorarse. Una selección de más de 1.000 millones de euros metida en cintura por Deschamps, capaz de quitarle los defectos colectivos a costa de ensombrece­r las virtudes individual­es. Pero una selección campeona, al fin y al cabo, que quedará para la historia. Un equipo en mate que sucede al brillo de España y Alemania y un jugador, Mbappé, que aspira a la posteridad.

Ha habido cierta mezquindad en el juego de Francia durante todo el torneo. A la selección más valiosa no le ha importado vivir en cautividad durante muchos minutos, dándole la espalda a la pelota, esperando la distracció­n ajena, el balón parado y lo que se le ocurriese a Mbappé o Griezmann, de los pocos con luz propia. Pero en un Mundial sin destellos le ha bastado para bordarse una segunda estrella en el pecho. Un estrella con un punto de polémica. Porque su primer gol, que en realidad fue autogol de Mandzukic, llegó producto de una falta imaginaria de Brozovic a Griezmann. No entró ahí el VAR porque así lo establece el protocolo, pero sí luego en una mano intrusiva de Perisic a la salida de un córner que se le escapó a Pitana, cuya designació­n acabó en pinchazo. Griezmann lo convirtió en el 2-1.

Pero antes y después de ese lance, Croacia mostró mejor inclinació­n a apoderarse del partido, con futbolista­s más variados y mejor manejo de la pelota. No tiene Francia centrocamp­istas tan cristalino­s como Modric o Rakitic y tampoco exteriores tan vigorosos y capacitado­s como Rebic o Perisic. Si acaso, defiende mejor. Y en eso se quedó, en sus centrales, en dos laterales que no son de asuntos exteriores, en la labor de minería de Kanté, en un Griezmann que sale

de aquí vicecentro­campista y en el fabuloso Mbappé, cuya potencia derrumbó a los balcánicos.

Croacia, al otro lado, ofreció una propuesta más atractiva. Con el mejor kit de superviven­cia del campeonato, quiso llevar su milagro hasta las últimas consecuenc­ias. Para llegar aquí tuvo que quitarse la soga del cuello en la clasificac­ión, salvar una repesca, sobrevivir a tres prórrogas y dos tandas de penaltis. Así que jugó como si nada tuviera que perder, sin asustarse si el partido se alborotaba. Y se alborotó demasiado tarde. Porque la falta de continuida­d en el juego evitó paisajes abruptos al principio, más allá de los incesantes asaltos de Perisic, al que al principio le faltó precisión en el último pase y que luego acabó empatando efímeramen­te en una jugada en la que hasta cuatro croatas tocaron la pelota en el área francesa antes de que el zurdo del Inter empalmara la pelota a la red.

En medio campo adversario Francia quedó reducida a Mbappé, que no es poco. Cada arrancada provocó un escalofrío en la zaga croata, que no ofreció contramedi­das a su velocidad. Fue el único jugador con lírica de Francia. También el más influyente en este Mundial con sólo 19 años. Rusia le ha elegido como heredero.

Los tres goles antes del descanso condujeron a una segunda mitad de mayor actividad, aunque sin cambio de signo: la propuesta fue croata y la respuesta francesa. Nadie fue capaz de sujetar a Perisic en su banda, nadie será capaz de sujetar a Mbappé en la próxima década. Lloris evitó el empate a remate de Rebic y Mbappé estableció la diferencia después. Su primer sprint acabó en disparo forzado contra las piernas de Subasic. En el segundo la jugada se enredó hasta que Pogba, después de un primer intento, acabó con la resistenci­a croata. El tercero lo firmó él mismo, con un disparo raso desde fuera del área inalcanzab­le para Subasic. Luego, un disparate de Lloris le echó algo de sal al desenlace. Pero antes Mbappé había dejado sin estrella a una selección admirable.

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