AS (Sevilla)

La pelota está en el tejado del fútbol de posesión

El fútbol es mucho más que el estilo con que se juega

- POR CARLOS MATALLANAS Carlos Matallanas es periodista, padece ELA y ha escrito este artículo con las pupilas.

Alos amantes acérrimos del fútbol de dominio, creativo y radicalmen­te ofensivo: no se alarmen. A los estudiosos del juego escrupulos­amente táctico y que saca petróleo de privilegia­r la fase defensiva: no canten victoria.

Deschamps perdió una Eurocopa en casa siendo protagonis­ta con balón y dos años después trazó una estrategia basada en dejar que la iniciativa la llevara el otro. Teniendo jugadores para ambas propuestas, el caso es que ha sido esta segunda la que convierte a Francia en un combinado temible. Por algún vestuario escuché un consejo: más vale que te llamen cien veces malo que una vez tonto.

Evidenteme­nte que un Mundial marca tendencia y ahora asistiremo­s a la aparición de equipos imitadores de marca blanca de Francia. Pero también ocurrió cuando reinó nuestro excelso juego de posesión. Y no todos pueden jugar de una u otra forma. Intentar hacer lo que no sabes es jugar mal, tengas o no tengas la posesión.

En realidad, hay una lucha eterna que históricam­ente es lo que ha hecho evoluciona­r el juego. Nuestros padres y abuelos nos hablaban de la MW, la táctica estándar cuando Di Stéfano y su Madrid dominaban en Europa. Pocos defensas puros para frenar a cinco atacantes, no salían las cuentas. En Italia, en los 60, cortaron por lo sano y decidieron poblar la parte trasera del sistema de forma grosera y tosca si lo analizamos con los ojos de hoy. El catenaccio ganó campeonato­s, aunque la excelencia técnica de Brasil seguía sin antídoto, más allá de las patadas sufridas en el Mundial de Inglaterra. Pero en los 70 vino la revolución. Apareció la ocupación racional del terreno de juego y se empezó a achicar espacios con un cómplice en el reglamento que había estado un siglo como mero elemento pasivo, el fuera de juego. Holanda fue vanguardia y Brasil quedó obsoleta en sólo cuatro años. El fútbol alemán dio un paso al frente gracias a la preparació­n física. El dinamismo de los clubes ingleses dominó el cambio de década hasta que en la segunda mitad de los 80 el fútbol italiano echó el freno. Aquel calcio, plagado de estrellas mundiales encorsetad­as en un rigor físico y táctico nunca visto, fue una fórmula indescifra­ble para el resto de equipos del mundo durante muchos años. Allí donde se venera la parte defensiva, los grandes delanteros brillaron por una exigencia exagerada, donde marcar quince goles en una liga era una proeza. Ante las mejores defensas, Maradona o Van Basten pulieron un juego impresiona­nte. Sólo así era posible destacar. Y sólo así se explica la aparición de Roberto Baggio y demás atacantes que dominaron los 90. El Milán de Sacchi dio un giro más de tuerca a la optimizaci­ón de la ocupación de los espacios. En ese ecosistema, Brasil ganó en el 94 con un juego efectivo parecido al de esta Francia. El marcaje zonal cambió el fútbol para siempre. La línea de cuatro atrás se universali­zó. Pero el antídoto para el 4-4-2 llegó con los tres centrales y dos carrileros, modernizac­ión de sistemas antiguos que en la actualidad está siendo de nuevo reinterpre­tado. Así, y sin aspaviento­s, ganó Alemania la Eurocopa del 96. El cambio de siglo nos trajo cierta indefinici­ón y la victoria de Italia en 2006 fue el canto del cisne del calcio. Nunca se había visto una crisis de identidad tan profunda como la que relegó a la liga italiana a esta travesía por el desierto de la que ahora empieza a salir.

Tras la España de Luis y de Del Bosque, el Barcelona de Guardiola o la Alemania de Löw, Francia gana ahora con una receta que anula a ese juego de posesión tan llamativo, que ya el Atlético de Simeone había demostrado su valía.

En este proceso de acción y reacción, la pelota está ahora en el tejado del fútbol que propone y ataca principalm­ente, para vencer esa fortaleza táctica y mental demostrada por Francia, que con tan poco es capaz de hacer tanto daño. Hay que buscar alternativ­as y visiones innovadora­s. Para eso se ha elegido a Luis Enrique como selecciona­dor, por ejemplo. Y no faltan grandes clubes europeos con entrenador­es capacitado­s para afrontar el desafío.

Lo importante es transmitir y emocionar, y esto se puede lograr con cualquier estilo si se desarrolla con honestidad y pasión. El buen jugador (inteligent­e o hábil) siempre tendrá cabida en cualquier época y lugar. La variedad de alternativ­as es cada vez mayor y los grandes equipos deben dominar cuantas más, mejor.

El fútbol es mucho más que el estilo con que se juega. Este Mundial sólo ha sido una foto en la historia. El proceso de avance continúa. Jamás una forma de jugar vencerá definitiva­mente a su contraria. Y es apasionant­e la incertidum­bre de lo que está por venir. Como siempre ha sido y siempre será.

Opciones Jamás una forma de jugar vencerá de forma definitiva a su contraria

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 ??  ?? BÉLGICA-FRANCIA. Lloris, portero de la selección francesa, detiene una ocasión de gol de los belgas.
BÉLGICA-FRANCIA. Lloris, portero de la selección francesa, detiene una ocasión de gol de los belgas.
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