AS (Sevilla)

Mago Pop “Los futbolista­s hacen cosas extraordin­arias y les gusta que les sorprenda”

- A. MÉRIDA / G. POSE

Selección “Sigo pensando que cuando están al cien por cien, son los mejores”

Messi

“Con Argentina tiene una presión inhumana”

Real Madrid “Tiene jugadores que no son los mejores, pero compiten como nadie”

Es un mago sin varita, delgado, listo y del Barça. Antonio Díaz, el Mago Pop, ha conseguido auparse entre los mejores con un espectácul­o que bate récords en taquilla. Se maneja impecable en la distancia corta y te seduce sin un solo truco de magia. O eso te crees.

¿Ha seguido el Mundial? —La verdad es que me he perdido algún partido por los horarios de las funciones, pero los de primera hora de la tarde los he podido ver todos.

—El recorrido de la Selección ha sido decepciona­nte. —Supongo que de alguna manera todo lo que pasó ha tenido que afectar al juego de nuestra Selección. Yo confiaba muchísimo en la calidad que tenía el equipo y sigo pensando que, cuando están al cien por cien, para mí son los mejores. —Siempre se habla de la magia del futbol. El VAR, ¿puede acabar con ella?

—Pienso que el VAR va a hacer el fútbol más justo, aunque siempre haya cosas interpreta­bles. Supongo que resulta un poco artificial que la tecnología intervenga en algo tan primitivo como una pelota y 22 tipos intentando meterla en la otra portería. La tecnología quizá cambia un poco el deporte, pero como digo, lo hace más justo. —Ha sacado a menudo en su programa a futbolista­s. ¿El deportista es especialme­nte crédulo para los trucos de magia? —Es un gran público. Han venido muchos futbolista­s al teatro. El Cholo Simeone ha venido muchas veces, Zidane también. Curiosamen­te es un público al que le gusta sorprender­se. Están acostumbra­dos a hacer cosas extraordin­arias todos los días y cuando las ven en un teatro se lo pasan pipa. Son como niños cuando están ahí. —¿Qué hizo con Neymar?

—A Neymar le hice varios trucos de magia que tenían que ver con la habilidad. A él le gustan mucho las cartas, le flipa el póquer. Le hice varios juegos y reaccionó increíble. Es un apasionado de la magia y mantenemos el contacto.

—El Mago Pop es culé. —Antonio Díaz es del Barça, sí. Desde pequeño, del Barça, como mi padre.

—¿Qué razón cree que hay para que Messi con Argentina sea un jugador tan distinto al del Barça?

—El Barça se adapta mejor a sus condicione­s como futbolista y también creo que tiene una presión inhumana, viendo la pasión con la que los argentinos siguen a su selección. Cuando la cosa va mal parece que te van a meter en la cárcel. Cuando van bien eres Dios. Por justicia histórica Messi habría tenido que tener un gran éxito con su selección para que se le recuerde históricam­ente por lo que para mí es: uno de los mejores jugadores de la historia. —¿Cómo ha vivido estos años en los que el Madrid ha reinado por Europa?

—Creo que en el Barça hay mucho que aprender. La gestión de los equipos es muy importante y el Barça, tras el éxito de Guardiola, ha vivido un periodo de conservadu­rismo. Ahora todos los jugadores parece que quieren ir al Madrid y al Barça le cuesta un montón incluso renovar a un futbolista. En cambio, al Madrid le ofrecen doscientos millones por Asensio y nadie está preocupado porque no se va a ir. El Madrid tiene jugadores que da igual que no sean los mejores objetivame­nte porque compiten como nadie. —¿Qué diferencia ve entre Cristiano y Messi?

—Cristiano es muy competitiv­o y Messi es un artista. Cuando Cristiano era joven jamás pensé que podría llegar a meterse en la liga de los más grandes, es decir, que jugaría al nivel de los Pelé o Maradona, pero vaya si se ha metido y todo porque es increíblem­ente competitiv­o. Tiene una cabeza privilegia­da que le hace cada año ser mejor que el anterior. Es algo increíble. Ronaldo a nivel de cabeza es muy Nadal y Messi es más Federer. —¿Le gustaba Griezmann para el Barça?

—Me encantaba. Pero es lo que le decía antes, esa sensación que arrastra el Barça de que nadie se quiere venir a Barcelona. Muy misterioso. Que un jugador como Griezmann no haya venido me resulta insólito.

—¿Puede ser quizá porque el Barça se ha mimetizado en exceso con la situación política? —No sé si se deberá a eso. La sensación es que las negociacio­nes son confusas, los tiempos raros. Falta informació­n sobre lo que se cuece dentro del Barça. Es inestable. Da pena que una generación tan increíble de jugadores no haya sido el mejor equipo de Europa, sino el Madrid. Para mi gusto el Madrid ha seguido su política de siempre: traer a los mejores jugadores y en los fichajes nacionales se está adelantand­o al resto de los equipos. El Barça de Laporta estaba más atento. —Cuando está en un estadio y ve sufrir a su equipo, ¿no le gustaría poner en marcha un truco grandioso que cambiara la situación?

—¡Vaya pregunta! Si lo pudiera hacer el Madrid no hubiera ganado la última Champions. Además de ilusionist­a soy optimista y siempre pienso que nada es imposible. Sin embargo hacer un truco de magia para que gane tu equipo ya le digo que no es posible. La magia la ponen gente como Cristiano y Messi. —¿Se encuentra mucho escéptico en sus espectácul­os? —Desde luego, pero con ellos se crea un ambiente especial. Lo bueno del ilusionism­o es que es un juego de adultos, porque el que está viendo un juego de magia ya sabe que no es verdad, ya sabe que no tenemos poderes y eso es lo que lo convierte en interesant­e: es un juego de ingenio en el que tú haces cosas que el otro no tiene remota idea de cómo ha podido hacerse. Si tuviera poderes mágicos no estaría haciendo el espectácul­o se lo aseguro. —¿Cómo en tan poco tiempo se ha colocado entre los magos más grandes?

—Nuestro directo en teatro es muy fuerte. Las personas que vienen ven superadas sus expectativ­as y se van diciendo: ‘esto no me lo habría imaginado

nunca’. La gente tiene luego la necesidad de contarlo y esto es la mejor publicidad del mundo. Además, tuve la suerte de hacer un programa de televisión que me ha abierto la puerta al gran público.

—¿Cuándo y cómo se entrena el mago?

—Para ser mago ya tienes que ser muy friki. Le dedico muchísimas horas, quizá porque además de mi profesión es mi hobby y estoy todo el día practicand­o, ensayando y pensando muchísimo en magia. El tipo de magia que hacemos ahora de gran formato nos permite soñar más fuerte.

—Siempre se ha dicho que los magos son unos privilegia­dos porque cobran por engañar a la gente. ¿Cuál es la clave para engañar a alguien?

—La clave cuando te engañan es sentir que no te están engañando. El mago tiene que ser una persona capaz de vender esa ilusión y de confesarte que lo que estás viendo es verdad. —¿David Copperfiel­d es el mago más grande del momento?

—-Para mí es el más grande de la historia, no solamente porque sea un gran ilusionist­a, que lo es, sino porque ha demostrado que la magia es un arte que puede competir con los grandes musicales. Que un tipo como Copperfiel­d haya vendido más entradas que Cold Play, que Madonna o U2 te demuestra que la magia tiene un gran potencial. —¿Y Houdini?

—Para mí ha sido el mago con más sentido comercial de la historia. Y le estoy hablando de un mago que tuvo muchas críticas en sus inicios, pero rápidament­e se fue hacia el escapismo y encontró un territorio virgen a nivel espectácul­o que llevó a su máxima expresión. Como le digo, tenía una gran inteligenc­ia comercial que luego heredó Copperfiel­d. Y le pongo un ejemplo: para qué hacer desaparece­r un elefante si puedo hacer desaparece­r la estatua de la libertad que es algo mucho más icónico. Para qué atravesar un muro cualquiera, para eso atravieso la muralla china y ya tenemos el titular. Houdini era eso. —La magia da mucho trabajo. —¡Mogollón! Creo más en el trabajo y las buenas ideas que en el talento porque al final no sólo piensas en el ilusionism­o sino de forma estructura­l, para organizar un gran espectácul­o que venda mil entradas diarias durante muchas semanas. Y le aseguro que no es fácil.

—En una partida de póquer, ¿usted podría ser invencible? —Si reparto yo las cartas, sí. —¿Lo ha intentado alguna vez?

—Con amigos siempre. No hay nada que hacer, gano siempre, ja, ja. Aunque ahora haga magia de gran formato, durante mi adolescenc­ia todas las horas de práctica eran con los objetos pequeños, la cartas, las monedas. A nivel de cartomagia tengo un buen dominio. —¿Recuerda algún día aciago? —Claro, para el que se dedica a esto sabe que es una cuestión estadístic­a. Todos los juegos tienen una gran dificultad técnica y cuando llega el descontrol afecta a lo que viene después. Cierto que cuando un espectácul­o lo has hecho mil doscientas veces, tienes herramient­as y cuando sucede sabes cortar el incendio y volver a empezar. De joven lo vivía con más drama, pero hoy en día creo que soy capaz de reconducir­lo. —¿Los trucos no se desvelan? —Nunca. Mi obligación como ilusionist­a es sorprender, ilusionar, divertir y utilizar las técnicas más fascinante­s para ello. —Cuando va al espectácul­o de otros magos, ¿les pilla los trucos?

—¡Claro! Es el peaje que hay que pagar, pero lo disfrutas desde otro punto de vista, porque tú conoces la técnica pero de pronto ves a alguien que lo hace muy elegante. Uno puede controlar muy bien un balón, pero ves controlar a Zidane y te das cuenta que es lo mismo pero no es igual. Una misma técnica hecha por cinco magos distintos parecen cinco técnicas diferentes.

—Actuó para Stephen Hawking, una de las mentes más brillantes. ¿Qué juego le hizo? —Un juego en el que cogía una hoja, el papel empezaba a levitar delante de él y se convertía visualment­e en una manzana. Era un homenaje a la gravedad y a Newton. Le fascinó.

—¿Y qué le dijo?

—-Él decía algo muy interesant­e: que en realidad nuestros oficios son totalmente opuestos. Por un lado su obligación es encontrar la respuesta de todo y, por el otro, nosotros intentamos dejar sin respuesta al por qué de las cosas. Se quedó alucinado y cuando ya nos íbamos insistía en preguntarm­e cómo lo había hecho.

—¿Y se lo dijo?

—No.

—¿Nunca se ha saltado esa regla?

—Nunca.

—¿Qué número siempre ha tenido en la cabeza?

—-Volar, pero ya vuelo. Y le aseguro que volar cuesta un montón.

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