AS (Sevilla)

La caída de 20 metros que partió la vida de Rivière

- POR JUAN GUTIÉRREZ

■ “Estoy seguro de poder ganar el Tour”, dijo Roger Rivière a la prensa en la salida de Millau. El prometedor francés estaba situado a 1:38 de Gastone Nencini y todavía restaba la crono de Besanzón, su gran especialid­ad. Durante la carrera se había quitado de encima la competenci­a interna de Henri Anglade, al colaborar con los rivales contra el entonces maillot amarillo camino de Lorient. Los dos gallos de Francia ni se hablaban. Anglade, furioso, profetizó una desgracia que iba a tomar forma aquel 10 de julio de 1960: “Rivière cometerá errores. Intentará seguir a Nencini en las bajadas y se romperá el tipo”.

Aquella 14ª etapa viajaba a Aviñón a través de 217 km. En la ruta se subía el Perjuret, un puerto sin historia hasta ese día. Rivière se pegó a la rueda del líder en el descenso. En una curva a la izquierda entró fuerte, apretó demasiado la maneta del freno trasero, chocó contra el pretil y voló por un precipicio de 20 metros. “¿Es Roger?”, preguntó Nencini. “¡Sí! ¡Ha caído allí! ¡En el hoyo!”, respondió su gregario Rostollan, desesperad­o. Hicieron falta nueve personas para sacarle del agujero.

Un helicópter­o le trasladó a Montpellie­r, donde le diagnostic­aron fracturas de las vértebras 9ª dorsal y 1ª lumbar, con parálisis en la vejiga y en las piernas. Rivière quedó condenado a una silla de ruedas, con horribles dolores que combatía con altas dosis de morfina. Murió el 1 de abril de 1976, a los 40 años, de un cáncer de laringe. Enganchado a las drogas y olvidado.

Con el tiempo se supo que otras drogas pudieron haber provocado aquel accidente. En el bolsillo del maillot tenía Palfium, un analgésico que pudo haberle retardado la sensibilid­ad para frenar. Tenía 24 años, había batido dos veces el récord de la hora, había terminado cuarto en la edición anterior… Estaba seguro de poder ganar el Tour. Pero lo perdió todo en el Perjuret.

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