AS (Sevilla)

Benzema y Bale no quieren un 9

Doblete del francés y recital del galés en el juego al espacio ● Mal el Madrid en la primera parte y demoledor en la segunda ● El Girona se agotó

- LUIS NIETO REPORTAJE GRÁFICO JESÚS A. ORIHUELA, FERRAN ZUERAS Y RODOLFO MOLINA

Se acerca el final del mercado y los resultados se ponen más del lado de Florentino, apologista de la austeridad y de Benzema, que de Lopetegui, suplicante del desembolso. Pero lo cierto es que el Madrid se vio en un apuro y sólo fue el que se esperaba después de recibir el empujón de dos penaltis, justísimos. A partir de ahí se descamisó, pero desde el espacio y no desde el juego posicional. A campo abierto resultaron imparables Asensio, Benzema y Bale. La goleada coral que debe remediar la marcha de Cristiano lo adornó todo.

Más allá de la victoria, la falta de un goleador, hecho probado, simplifica­ría erróneamen­te el problema que se alza ante Lopetegui. Porque en el megadivorc­io ha perdido más gol Cristiano que el equipo (líder y máximo anotador ya del campeonato), pero el verano ha tenido un efecto negativo en parte de los jugadores del equipo blanco.

Asensio, que está en edad de crecer, no encuentra la regularida­d, pese a que su final de partido fue espectacul­ar. Isco sólo es un hecho diferencia­l de cuando en cuando. Marcelo ha empeorado dramáticam­ente en la ida y en la vuelta. Kroos fue el que se volvió del Mundial casi sin pisarlo. Benzema es Benzema, aforado eterno aunque ahora con argumentos para espantar la competenci­a. En Montilivi estuvo soberbio. Y a Bale le cuesta hacerse lo que aún no es, el líder de un equipo de máximo nivel, aunque delante de la portería resulta inmiserico­rde. Y no hay banquillo que apriete, más allá de Courtois en el cogote de Keylor, titular contra pronóstico.

Ese arranque en frío puso en peligro al Madrid en Girona, donde Eusebio, a ratos, cuadró el círculo. Porque durante media hora su equipo fue bueno con la pelota y sin ella, con pares y nones, con criterio e intensidad a partes iguales. El mismo jeroglífic­o en el que se perdió el Madrid el curso pasado. El Girona arrancó por el lado fácil, Portu, su futbolista con más filo frente a un Marcelo abandonado. Y todo empezó a irle bien. Incluso en el marcador. El gol comenzó en un golpe de fortuna y acabó en obra de arte, porque el tiro de Lozano lo rechazó Nacho y dejó a la zaga descolocad­a y a Keylor por los suelos. Un panorama favorable para Borja García, que lo resolvió con torería: recorte a Casemiro y pelotazo a la escuadra.

Aún le duró al equipo catalán la inercia del tanto y pudo doblar su ventaja en otra incursión de Portu que sobre la línea salvó Carvajal. Isco ya había perdonado el 0-1 antes de que marcara Borja García y Ramos se dejó ir luego dos cabezazos francos. Y de pronto, al partido quedó enganchado el Madrid casi milagrosam­ente por dos penaltis a Asensio, el primero evitable de Muniesa, el segundo imprudente de Pere Pons. Ramos, a lo Panenka, y Benzema los convirtier­on.

Fue el fin del Girona y el tiempo de esplendor de Benzema y de Bale. Con la ventaja llegaron también los espacios, donde el galés es indefendib­le. Ayudó que Lopetegui quitara a un Marcelo en la inopia para cerrar la herida con Nacho. Quedó un Madrid más seguro y mejor, un equipo que se desató de Asensio a Isco, que le sirvió el tercer gol al galés supersónic­o; de Kroos a Benzema, en el que se adivina la enmienda. Y aquel Girona del comienzo, deprimido por la falta de fuerzas y por el marcador, no volvió.

Cuando al partido llegó Modric, al que Lopetegui aún ve prendido con alfileres, no había ya nada que reparar. O para ser exactos, lo poco que había lo arreglaron Benzema, con otro gol, y Keylor, con dos paradones. Su problema es que se avecina parón y cuenta nueva.

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