AS (Sevilla)

La orquesta de Rubi bate a un desarmado Valencia

Los che perdonaron antes de los goles de Granero y Borja

- ALBERTO MARTÍNEZ

El Espanyol empezó el partido haciendo pruebas vocales y acabó dando un concierto pocas veces visto en Cornellà-El Prat. La orquesta de Rubi funcionó a las mil maravillas y desesperó a Marcelino en el banquillo, que no halló soluciones a la avalancha de fútbol que le pasó por encima en la segunda parte. Ni rastro tras el descanso de Rodrigo, frenado por Hermoso, ni de Parejo ni de Kondogbia, desubicado­s ante el arreón del Espanyol, que atacó con todo como si tuviese que remontar una eliminator­ia.

El VAR le dio el empujón que necesitaba. Corría el minuto 61 cuando una mano de Diakhaby, quien ya tenía una amarilla, fue castigada con falta en el borde del área. Granero la lanzó como la seda, el balón tocó el larguero, botó y salió fuera del arco. El VAR le dijo al árbitro que había entrado.

No le pudo venir mejor ese impulso al Espanyol, que siguió jugando descamisad­o, con sus centrales en mediocampo, arriesgand­o en cada salida de balón. Y su vendaval fue imparable. Encontró el premio del segundo en un balón que ni Baptistao ni Darder lograron atinar, pero si Borja Iglesias. El Panda la cazó y la metió en la escuadra. Para eso han pagado diez millones los blanquiazu­les.

Antes de que llegara la tormenta, el Valencia había impuesto el ritmo. Desplegó su equipo en campo contrario y neutralizó el juego de posesión que quiere inculcar Rubi. Recuperaba­n fácil los de Marcelino y encontraba­n un agujero en el costado izquierdo del Espanyol. Así, entre el minuto 10 y el 20, Rodrigo tuvo el gol en su cabeza y en su bota derecha. Diego salvó a un Espanyol espeso. Mina, Soler, Wass y Rodrigo venían a recibir, creaban superiorid­ades y ávidos en la presión ganaban sus duelos. Pero no tuvieron puntería. Y lo pagaron. El Espanyol ya avisó con un cabezado al larguero de Sergio García, antes de su sublime segunda parte.

Cornellà-El Prat acabó haciendo la ola y con gritos de “olé, olé”. El Valencia se marchó cabizbajo, espectador del recital de la orquesta de Rubi.

El VAR, decisivo Concedió el 1-0 de Granero al ver que el balón botó dentro

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KILLER. Borja Iglesias celebra el 2-0 por delante de un eufórico Leo Baptistao y un abatido Paulista.
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