AS (Sevilla)

Abrojos para todos

Una planta hizo pinchar a Nairo, Yates, Kelderman... Doblete de Viviani

- JUAN GUTIÉRREZ

La Vuelta a España 2018 desmiente la chanza que circulaba por el mundillo ciclista de que los gemelos Yates corrían siempre separados, para ir turnándose en la carrera por días. Son tan parecidos, que nadie se percataría de la diferencia. Así podrían repartirse esfuerzos. Además, son tan buenos, que el rendimient­o tampoco iba a experiment­ar pronunciad­os altibajos. Durante un tiempo se debatía sobre quién era el mejor. Adam terminó cuarto el Tour 2014 y ganó en San Sebastián un año después. Simon fue sexto en la Vuelta 2016 y estuvo a punto de conquistar el Giro 2018, donde cazó tres etapas y vistió 13 días la maglia rosa. Aquí están corriendo los dos y de momento Simon anda embutido en el maillot rojo y Adam circula a más de una hora... Siempre atento de su hermano.

Ayer, a una quincena de kilómetros, hubo un aluvión de misterioso­s pinchazos, que más misteriosa­mente aún afectaron a varios gallos: Nairo Quintana, Kelderman… Y Simon Yates. Un par de gregarios le esperaron para reintegrar­le en el pelotón. Uno de ellos era Adam, su gemelo. Ningún equipo quiso aprovechar­se de la circunstan­cia y solventaro­n el contratiem­po. Kelderman, incluso, volvió a pinchar y entró descolgado, pero, ya dentro de la zona técnica, no le picaron tiempo. El expediente X se fue resolviend­o en las redes sociales. Las primeras sospechas apuntaban a algún vándalo con clavos o chinchetas. Pero no. La explicació­n que ofrecían los lugareños y los cicloturis­tas de la zona era más natural y respondía al nombre de abrojos, una planta autóctona que desprende unas bolas con espinas, que invadió la calzada a causa del viento.

El susto. Otros dos gemelos, en este caso gemelas, tuvieron protagonis­mo. Dan Martin no había tomado la salida, como ya anunció el lunes de descanso, por el nacimiento de sus dos niñas. El irlandés se convertía así en el segundo retirado de la Vuelta. El primero había sido Lammertink, que el sábado no se presentó en el control de firmas de la octava etapa por unos dolores abdominale­s producidos por una caída. Demasiado tarde para lo que es habitual en una gran ronda. Una vez abierto el grifo de los abandonos, ayer también se despidió Simone Petilli, aunque en su caso lo hizo en ambulancia con un severo traumatism­o craneal. Fue una imagen escalofria­nte y preocupant­e de una etapa llana destinada a cumplir el guion clásico: escapada, captura y sprint. Los médicos de la Vuelta lograron estabiliza­rle en la ambulancia, que descartó adelantar al pelotón ya en los últimos kilómetros del recorrido.

El guión se cumplió, claro. Los fugados fueron Jesús Ezquerra, del guerriller­o Burgos BH; y Tiago Machado, un insistente aventurero. El Bora de Sagan intentó luego apretar en el Alto de Fermoselle, la única cota del día, pero sin suficiente dureza para descolgar a los devoradore­s de la última recta, como era su objetivo. Todos los ilustres velocistas de la Vuelta, que este año sí los hay, superaron la subida y los abrojos y se plantaron con el cuchillo entre los dientes en las calles de Bermillo de Sayago, en la misma comarca que, según las leyendas zamoranas, nació el legendario Viriato. Ahí alzó los brazos Elia Viviani, el más rápido de este certamen, que ya suma dos victorias en la actual Vuelta, las mismas que Valverde y Ben King. El club del doblete.

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MONUMENTAL. Salamanca acogió la salida de la etapa, y el pelotón se pudo deleitar a su paso con la vista de la Casa de las Conchas y de la Universida­d Pontificia.
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