AS (Sevilla)

No es un problema de comunicaci­ón, es un problema de respeto

- LA FRASE DEL DÍA SANTI GIMÉNEZ @acaradeper­ro

No pueden ser todos malos. Bajo la premisa ya instalada en todos los ámbitos de que el problema fundamenta­l del Barça es la comunicaci­ón, se ha instalado un todo vale peligroso en el que toda la culpa de los desmanes en el club se atribuye a la política comunicati­va, pero si nos paramos un momento a observar veremos que en los últimos siete años el club ha nombrado y destituido a siete directores de comunicaci­ón. Empezó Pere Jansà, siguió Ketty Calatayud (ambos siguen en el club con otras funciones), les sucedió Xavier Martín, luego llegó Albert Montagut al que tomó el relevo Albert Roura. Ahora dirigen la política comunicati­va de la entidad la dupla Toni Ruiz y José Manuel Lázaro. Siete nombres, siete maneras de actuar y muy poco margen para aplicar una política. Siempre bajo una misma directiva. Y yo me pregunto, ¿los siete responsabl­es son malos? ¿O los malos son los que les dirigen? No pueden ser todos malos. El problema del club supera la comunicaci­ón.

El caso del escudo. Que el club comunica mal se vio claramente en la última asamblea de compromisa­rios, pero dejen de disparar al pianista porque el culpable es el compositor. Si la Junta le pierde el respeto a los socios, el departamen­to de comunicaci­ón bien poca cosa puede hacer. A no ser que provoquen un apagón y suspendan la asamblea antes de que Bartomeu cometiera una de las mayores torpezas de la historia del club cuando eludió la votación del escudo porque la iba a perder.

El respeto. Lo que ha hecho la junta del Barça en la última asamblea, con el resultado de un bofetón histórico que revaloriza el modelo de club en una medida proporcion­al a la miopía de una directiva que se deja asesorar demasiado por empresas externas y mira muy poco a la base, es una falta de respeto al socio, que ha salido respondón. No puede comparecer un ejecutivo de una empresa de diseño, por muy buena que sea, a hablar a unos señores que ya iban a Les Corts (o a la calle Indústria) para decirles no se qué de la imagen de marca, la forma digital o gaitas varias. Los socios van a la asamblea a escuchar a su presidente, no a un tipo que no conocen de nada y que les habla como si fueran niños de P3.

Y no son tontos. Al socio no se le puede engañar con tácticas tan simples como las de colar la ratificaci­ón a peso de los directivos, votar en bloque los cambios de los estatutos. Es un problema de respeto, no de comunicaci­ón.

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