Setién dibuja la historia
Quizás ganar en San Siro sea un aval más que suficiente para justificar un estilo de juego. Quizás ya lo era la simple realidad de estar presente en una cita europea de este calibre. Setién expuso sus intenciones de siempre con la misma valentía reflejada en un equipo que nunca evidenció ningún miedo escénico. ¿Y si son las piezas las que pueden confirmar que el sello es el acertado? Resulta casi imposible que el puzle de un fútbol de posesión de esta intensidad no encuentre aristas. Sí, Sanabria necesitará probablemente tres o cuatro ocasiones para anotar y William Carvalho un imprevisible margen de mejora para tocar con más rapidez y con más acierto. Y faltan más cosas. Muchas. Pero esta impronta conquistó San Siro bajo esa premisa.
Si Cardeñosa había catalogado de repaso aquella hazaña de 1977 ante el Milán, no quedará lejos este triunfo. Lo vivieron muchos béticos desde muy cerca. Los casi siete mil hinchas presentes en San Siro convirtieron el escenario en un reparto de ánimos. Fue lo más cercano a jugar en casa. Desde esa visión de ensueño y tras teñir de verde la ciudad italiana, también vislumbraron cómo Lo Celso transformaba la genialidad en normalidad y Canales jugaba al ajedrez entre líneas milanistas. Todo un instante para la eternidad.