Páguenle lo que les pida

El Sevilla va a presumir de cuentas en la próxima Junta Ordinaria de Accionistas, pero nadie va a bañarse a la Puerta de Jerez a celebrar lo bien que van los números del club. Se celebran los títulos, que llegan a través de tener a los mejores jugadores posibles en la plantilla. Para eso, como es lógico, hace falta que la tesorería funcione como es debido y, como es el caso en las oficinas del Ramón Sánchez

Pizjuán, la conclusión es clara: a Sarabia hay que darle lo que pida, asegurar que siga en Nervión el mayor tiempo posible y, cuando se tenga que ir, que deje en las arcas todo lo posible. Pero lo que está claro es que con tipos como Sarabia en el club, las alegrías son más probables. Y lo de anoche ante el Huesca fue el enésimo ejemplo, con dos goles del futbolista madrileño para regresar a la parte de arriba de la tabla.

Yel caso es que el partido estaba espeso. La grada se tomó a guasa que el VAR tardara lo indecible en decidir si el gol de Daniel

Carriço era válido o no. Con el de André Silva ya se empezó a torcer el gesto para llegar al descanso con un enfado igual o mayor que el que tenían los jugadores. Ante un choque que se le estaba haciendo bola al Sevilla, la hinchada decidió tomarla con el árbitro, que fue recibido al comienzo de la segunda parte con una sonora pitada. Pero en Nervión no valen excusas de VAR, de tener que jugar jueves y domingo, por mucho que se lleve haciendo desde julio o de que los rivales se encierren para intentar arrancar un empate. Autocrítica en las derrotas y normalidad en las victorias. Y con tipos como Sarabia, lo normal suele ser ganar y dormir otra semana más en las alturas.