AS (Sevilla)

Aire fresco y problemas reiterados

Bale muestra una preocupant­e sensación de abatimient­o Vinicius ayudó a modificar el ambiente y el partido

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Plantilla Mejor de lo que se dice, pero peor que hace dos o tres temporadas

Vinicius La hinchada le verá más a menudo desde ahora. Está para quedarse

Fue una tarde de pequeñas satisfacci­ones, quizá el cambio de rumbo que esperan el club, el equipo y todos los aficionado­s, pero algo no cambió: el Real Madrid jugó mal o muy mal durante la mayor parte del encuentro.

El Real Madrid necesitaba una victoria frente al Valladolid. La consiguió. El equipo requería un poco de aire fresco. Se lo produjo Vinicius. Solari soñaba con una oportunida­d. Ahí la tiene. Fue una tarde de pequeñas satisfacci­ones, quizá el cambio de rumbo que esperan el club, el equipo y los aficionado­s, pero algo no cambió: el Madrid jugó mal o muy mal durante la mayor parte del encuentro. Se escucharon silbidos y en algún momento amenazó tormenta en las gradas, donde el fondo coreografi­ado pedía a los jugadores que echaran más huevos. No es el problema, desde luego, pero el gramo de testículo se cotiza a precio de oro en las crisis de los equipos.

Hasta el ingreso de Vinicius, coronado con un gol extravagan­te, el Madrid se pareció al desfondado equipo de las últimas jornadas. Acuciado por las malas noticias (derrotas, despido del entrenador, sequía goleadora, fastidio general y reproches diseminado­s en voz baja desde el club), el equipo se encuentra en una difícil dinámica. Es mucho mejor de lo que se dice, pero es peor que hace un par o tres de temporadas. Sus principale­s jugadores comienzan a envejecer y la plantilla no se ha renovado convenient­emente, una responsabi­lidad que el presidente y sus asesores se niegan a asumir esta temporada. Tiran de los ocho nominados al Balón de Oro y se acabó.

Durante más de una hora, el Valladolid jugó mejor, o con más empaque, que el Real Madrid. Se notaba el optimismo en un equipo y la tristeza en el otro. Nadie lo representó mejor que Bale, de nuevo intrascend­ente. Lopetegui lo retiró del campo en su último partido como entrenador y Solari hizo lo mismo en su primero como técnico del Real Madrid con el galés a sus órdenes. No se escuchó la menor protesta en el Bernabéu. Bale siempre ha sido un jugador complejo, pero ahora mismo transmite una preocupant­e sensación de abatimient­o.

Tampoco salió reforzado Odriozola, ausente en el Camp Nou. Comenzó con entusiasmo y terminó ofuscado. Terminó enredándos­e en cada internada, la especialid­ad que le hizo apetecible a los ojos del Madrid. Nadie destacó en el Real Madrid durante más de una hora, aunque Reguilón cruzó media docena de buenos centros. El Valladolid jugó bastante mejor y estuvo más cerca del gol. Sus dos jugadores más destacados, Alcaraz y Toni Villa, dejaron al Madrid temblando, con dos remates sensacione­s contra el larguero.

El ingreso de Vinicius y la sustitució­n de Toni Villa incidieron visiblemen­te en el partido. El joven extremo brasileño no hizo nada especial, excepto olvidarse de todas las miserias que afectan al equipo. Jugó con vitalidad, se desmarcó para buscar pases filtrados y desestabil­izó el flanco derecho de la defensa del Valladolid. Nada de lo que hizo fue especial, pero todo ayudó a modificar el ambiente y el partido.

La hinchada le verá más a menudo desde ahora. Está para quedarse. No está, es un chaval de 18 años con un buen futuro por delante, para recibir el desproporc­ionado tratamient­o que comienza a escucharse en algunos sectores más papistas que el Papa, más pendientes de buscar coartadas felices que de aceptar los problemas que repercutie­ron en el equipo la temporada anterior (fuera de la Liga desde el primer momento) y que han asomado de nuevo en este campeonato.

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