AS (Sevilla)

Ricky Rubio

- J. JIMÉNEZ /

Suena Rosalía de fondo mientras se acerca Ricky (21-10-1990, El Masnou), uno de los mayores talentos que ha dado el baloncesto español en la historia y, sin duda, el más precoz. Está dispuesto a ser el mejor base del Mundial que arranca este sábado.

La primera vez que le vi jugar fue en 2004, en la Minicopa de Sevilla. ¿Qué recuerdo tiene de aquello?

—¡Oh! Muy bueno. Aparte de tener una generación muy buena con el Joventut, disfrutába­mos mucho del baloncesto: éramos muy amigos y muchos de nosotros seguimos en contacto. Además, por la tarde podíamos ir a ver la Copa de los mayores, en la que Rudy se salió. ¡Fue espectacul­ar!

—Debutó con 14 años, ¿cuándo se dio cuenta de que tenía un don?

—Me salían bien las cosas y siempre jugaba con los mayores, pero nunca sabes cómo te va a ir, porque hay gente que evoluciona antes. Al final, todo el mundo tiene su propio camino.

—Cuando uno empieza tan pronto en la élite, ¿no piensa que su vida podría haber sido diferente?

—Sí, podían haber pasado mil cosas. Pero cuando eliges un camino, no tienes que pensar en lo que te has perdido sino en lo que has ganado. Mi filosofía es ver el vaso medio lleno. Debuté muy joven. ¿Me perdí muchas cosas? Sí, pero si pienso en eso me frustraría y no disfrutarí­a.

—Scariolo dice: “Mi base titular siempre ha sido Ricky”. Y lo ha cumplido. Pero da la sensación de que en este Mundial vamos a necesitar un poco más de usted.

—Todos tenemos que dar un paso adelante y estoy dispuesto. Me encuentro en mi mejor momento físico y mental. He trabajado mucho para ello. Después pueden salir mejor o peor las cosas, pero los deberes están hechos.

—¿Le frustra no poder estar luchando por más en la NBA?

—La mejora individual siempre está ahí. En lo colectivo, en Europa tuve suerte de ganarlo todo (Copa, ACB, Euroliga, ULEB...) y en EE UU sólo luchas por un título. En la Selección he jugado finales y ganado medallas y en la NBA me ha faltado un poco esa competitiv­idad, pero disputé los playoffs con los Jazz.

—A Pau le llegó el momento para ir a los Lakers, tiene reciente el ejemplo de Marc...

—Si trabajas a diario, las cosas salen. Es todo lo contrario de lo que me pasó en Europa, que gané títulos antes de que pudiera poner todo mi trabajo sobre la mesa. Ahora he visto que poco a poco todo va saliendo bien.

—Sigue trabajando con Raúl López, ¿cómo le ayuda?

—Ha sido algo nuevo para los dos. Él no sabía qué quería hacer y yo tampoco qué preguntarl­e, pero la conexión ha sido estupenda. Para mí, Raúl ha sido el base con más talento que ha existido en España. Llevamos tres años trabajando y cada verano me viene con algo nuevo.

—¿Sí? ¿Qué es lo último?

—Hemos trabajado la confianza y la parada de tiro. He cambiado un poco y la he economizad­o. Hago sólo una parada en vez de varias.

—Empezó con 14 y ahora tiene

28. ¿Ha pensado en tener una carrera de 20 años en la NBA como Pau o volver a Europa a cerrar el círculo?

—Nunca se sabe. Pueden pasar mil cosas. Pero en mente tengo no retirarme muy tarde. Al empezar muy temprano, quiero disfrutar de la vida y tengo prioridade­s. En la mañana en que me levante y me cueste más de lo normal seguir con el baloncesto, miraré cuál va a ser mi nueva vida.

—Esta barba, su peinado, los tatuajes... ¿hablan de un Ricky feliz consigo mismo?

—Es algo que te debes preguntar: si estás contento contigo mismo. Si la respuesta es sí, te puedes ir a dormir tranquilo. He trabajado mucho para ser quien soy y estoy contento porque hago lo que quiero.

—No estará Pau, con el que tenía un feeling especial. ¿Con quién se entiende?

—Hombre, siempre he tenido una conexión especial con Rudy. Llevaba dos años sin venir a la Selección y me he acostumbra­do a jugar con un pívot como Gobert. Marc es totalmente diferente y me tengo que adaptar a él. Pero me gusta jugar con gente que entiende tan bien el baloncesto.

—¿Cree que esta Selección va a ser distinta?

—Hay roles que han cambiado y no tenemos las mismas armas. Marc es un poco el pilar del movimiento y todos vamos a jugar a través de él.

—Quería preguntarl­e por Donovan Mitchell, con el que ha jugado en Utah Jazz. Y en general, por EE UU. ¿Es un equipo tan accesible como parece?

—Lo único que achacaría a esa selección es que no tiene experienci­a FIBA, pero tiene gran talento. Físicament­e son la mejor selección y cuentan jóvenes con mucha ambición. La experienci­a FIBA es un grado y los que hemos jugado aquí y allí sabemos que las cosas cambian mucho. Esa es la insegurida­d que pueden tener.

—Y la última. ¿Siente que tiene que ser su Mundial?

—Sí, sin duda. No me voy a alargar en la respuesta porque es lo que siento.

Optimista “Mi filosofía en la vida es ver siempre el vaso medio lleno”

Favorito “El principal hándicap de EE UU es que no tiene experienci­a FIBA”

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