Año 1970: Yugoslavia gana un Mundial trágico

El oro quedó empañado por la muerte de Rajkovic

Josif Broz, el mariscal Tito, fue un personaje controvertido, como cualquier líder de estado que esté 37 años al cargo. Su República Socialista de Yugoslavia sigue siendo estudiada por diversos motivos: la creación del Movimiento de Países no Alineados, su ruptura con la URSS y cierta represión de los nacionalismos. Sin embargo, el Mundial de 1970 fue todo menos centralizado: no pisó Belgrado, ni siquiera Serbia. La fase previa se jugó en Karlovsc y Split (Croacia) y Sarajevo (Bosnia). La de consolación, en Skopje (Macedonia) y la final, en Liubliana (Eslovenia). Tito nació allí en 1892.

El Mundial, el primero que se jugó en Europa gracias a los movimientos de Borislav

Stankovic, futuro secretario general (1976-2002), que ya empezaba a manejar los hilos de la FIBA, tuvo de todo. Para empezar, todos los continentes estuvieron representados. El campeonato arrancó, además, con una concesión de cara a la galería de la FIBA. Ivo Daneu, mítico jugador yugoslavo, se retiraba y la federación, que cumplía su 25 aniversario, quería homenajearle sobre la pista. Ranko Zeravica, entonces seleccionador, estaba de acuerdo, pero no quería perder a un jugador de su roster por el mero hecho de darle unos minutos simbólicos. La federación balcánica pidió a la FIBA que Daneu jugase unos segundos ante Italia y luego fuera suplido por Plecas. El organismo internacional aceptó.

Yugoslavia cumplió su sueño. Liderada por Kresimir Cosic, fue campeona a falta de una jornada (por entonces aún no había cruces) después de ganar a EE UU y pese a perder con la URSS en el último partido. Daneu salió unos segundos para saborear un triunfo memorable que, sin embargo, se celebró muy poco. Tres días después de ganar el Mundial, Trajko Rajkovic, uno de los integrantes del equipo campeón, murió de un infarto. Su fallecimiento se unió a la pérdida de Radivoj Korac, que había muerto en un accidente de tráfico meses antes del Mundial. Los dos habían sido los máximos anotadores de la Lega en los años 1968 y 1969 con Livorno y Padova, respectivamente.