Jaylen Brown alza una nueva voz en la NBA
El escolta de los Celtics es uno de los rostros principales en las protestas por la muerte de George Floyd
Jaylen Brown ya es mucho más que un escolta de 23 años que juega en Boston Celtics y que en febrero se quedó cerca de ser all star por primera vez. Del número 3 del draft de 2016, que firmó una extensión de contrato de casi 115 millones de dólares en octubre, se llegó a decir que era “demasiado inteligente para la NBA”. Ahora, Brown se está erigiendo en una de las figuras centrales de la movilización del deporte estadounidense tras la muerte en Minneapolis de George Floyd, asfixiado por la rodilla de un agente de policía cuando estaba ya detenido y esposado.
El sábado, Brown hizo un viaje de 15 horas en coche para liderar la manifestación en Atlanta, capital de su Georgia natal. Ejerció de organizador y narrador en las redes sociales: “Ser un jugador famoso de la NBA no me excluye. Ante todo soy un hombre negro y soy miembro de esta comunidad”.
Jaylen Brown no es un jugador más. En su cuarta temporada en la NBA es ya vicepresidente del sindicato de jugadores (NBPA). El ayudante de un mánager general consideró que podía llegar a parecer, por “demasiado inteligente”, un reto para algunos entrenadores con mentalidad de vieja escuela: “Se lo cuestiona todo. Además de hacer algo querrá saber por qué tiene que hacerlo. Es así, aunque algunos creerán que está cuestionando la autoridad. No le va a gustar a todo el mundo”.
Cuando se iba a celebrar el draft de 2016, The Undefeated lo presentó como “un hombre del renacimiento para la NBA”. Él, mientras, recorría Nueva York sin agente, con una camiseta del Barcelona, comiendo arroz con cilantro, bebiendo smoothies de mango y quedando para jugar al ajedrez, una de sus pasiones, con Nico Chasin, campeón nacional que tenía por entonces nueve años. Para su curso en la NCAA rechazó a gigantes como UCLA, North Carolina, Kansas y Kentucky. Prefirió la educación de la Universidad de California, en Berkeley: “El baloncesto es lo que es, al final todo encaja. Pero la parte educacional fue incomparable”.
En su primer semestre ya cursaba un posgrado en estudios culturales en el deporte. Aprendió español y se propuso llegar a los 25 años con tres idiomas más. No come carne, le encanta el fútbol (sobre todo el Barça y el Arsenal), uno de sus referentes es Leo Messi y, ya instalado en Boston, estrechó vínculos con la Universidad de Harvard. Allí charla con alumnos sobre cuestiones de raza: “Solo porque el baloncesto me haya dado la opción de saltarme algunas barreras que siguen existiendo en nuestra sociedad, ¿tengo que olvidarme de la gente que no puede hacerlo?”. En la emblemática Harvard están encantados con él: “Hace que querer ser culto sea algo cool”.