AS (Sevilla)

El guardameta ucraniano se convirtió en un ídolo en Oviedo

- LA INTRAHISTO­RIA LÓPEZ DE VICENTE

■ El 15 de enero se hizo oficial la llegada de Lunin al Tartiere. Fue firmar y convertirs­e en indiscutib­le. Alfonso Herrero y Champagne, los que estaban a su llegada, no volvieron a jugar. Sólo un día después de haber firmado ya estaba debutando. El 16 de enero salió como titular ante el Almería, recibiendo dos goles. A Lunin aún se le veía desubicado, pero con el tiempo se amoldaría e iría de menos a más.

Reflejo de ello es que el mal comienzo (encajó siempre en los primeros siete partidos), choca con el brillante final (inmediatam­ente después estuvo ocho partidos en los que sólo recibió tres goles). Entre ellos, una portería a cero clave en el derbi asturiano. El Oviedo encadenó tres victorias en los últimos cuatro partidos. Sus intervenci­ones fueron determinan­tes, registrand­o un promedio de 2,65 paradas por partido.

Tras el parón por el coronaviru­s no tuvo dudas. “Sigo hasta el último partido, tengo que lograr mi objetivo con el Oviedo”, dijo en rueda de prensa. Y lo logró. Con dos actuacione­s sobresalie­ntes ante Mirandés y Las Palmas amarró seis puntos que dejaron al equipo a las puertas de la salvación. Esta se rubricó en la penúltima jornada, ganando al Racing.

A pesar de tener el objetivo ya cumplido, Ziganda lo alineó en la última jornada ante el Elche. Andriy no rotaba. Acabó la temporada recibiendo 20 goles y dejando seis veces la portería a cero.

“Fue un placer luchar por este club y por esta ciudad. Gracias gente por el apoyo”, escribió el portero en sus redes sociales para despedirse de la que había sido su casa. La afición ovetense guardará un gran recuerdo. Ahora encara un nuevo reto: el Real Madrid.—S.

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