Hace sólo 12 años el PSG evitó el descenso en Francia de milagro
que un desconocido delantero llamado Amara Diané salvó al PSG del descenso en la liga francesa en la última jornada ante el Sochaux. Aquello mantuvo en pie una operación que tres años después se acabaría produciendo: la venta del club por parte de Canal+ a Qatar Sports Investment (QSI).
Desde la llegada a París de esta organización accionaria cerrada perteneciente al Emir de Qatar el salto de calidad fue sobresaliente. Aterrizaron futbolistas de primer nivel mundial como David Luiz, Thiago Silva, Ibrahimovic, Di María, Cavani o más recientemente Neymar y Mbappé. En total el gastó supera los 1.300 millones en una década. Así conquistó el PSG 7 de las últimas 9 ligas locales y 6 de las últimas 9 copas. Pero falta la Champions.
Primera final. El anhelo del club más rico del mundo no puede ser otro que ser también el mejor equipo del planeta. En los años anteriores se cruzó demasiado pronto con rivales poderosos –dos veces el Barça, una el Madrid, otra City, Chelsea y Unitedy lo hizo casi siempre sin sus mejores futbolistas, especialmente
Neymar por lesión.
En cuanto ha logrado evitarlo, está en la final.
Tuchel, técnico de la cuerda de Klopp al que siempre persiguió esa comparación, ha conseguido entender que no se gana con cromos, sino con un equipo. Ha cambiado en su dibujo a un delantero de los Cuatro Magníficos por un centrocampista más. Así ganó en lo que más le hacía falta: equilibrio. Hoy, además, recupera a Verratti.
Cualquiera se asustaría con lo que el PSG dispondrá sobre el campo, pero no el Bayern. Históricamente ha sido el coco de Europa, el gran rival de muchos conjuntos poderosos, entre ellos el Real Madrid. Esta es una de esas temporadas arrolladoras que de vez en cuando presenta el cuadro bávaro. Tuvo sus sobresaltos, también. La aventura de Niko Kovac terminó de manera abrupta en noviembre y un técnico interino al principio e intocable después, Hans-Dieter Flick, ha terminado por convertirse en el héroe inesperado.
A Flick su anterior aventura como primer técnico le traslada a 2005, con el Hoffenheim. Después fue ayudante exitoso de Löw en la Mannschaft y quizá por ello ha sabido interpretar mejor que nadie la transformación del fútbol. Del tiqui-taca con el que conquistaron el Mundial de Brasil ha pasado a la presión altísima y a la velocidad de vértigo de su Bayern. La adrenalina con la que Klopp coronó en Europa al Liverpool la ha hecho suya Flick en el Bayern. Sus números asustan: sólo dos derrotas y un empate en 36 partidos dirigidos.
El Bayern no es campeón desde 2013, pero en esta edición avasalla. Ganó sus diez partidos y anotó 44 goles (una media de 4,4). Aplastó al Tottenham, al Chelsea y por supuesto al Barça. Ganó en premios de la UEFA lo que nunca antes otro club, más de 120 millones en una sola temporada. Todo funciona, incluso Pavard está recuperado para la final. Una trayectoria inmaculada que se topa con el PSG y con algo más: la responsabilidad de mantener el orden europeo y no ceder ante un nuevo poder.
Otra cara
Imparable Flick sólo ha dejado de ganar 3 de sus 36 partidos dirigidos