AS (Sevilla)

“Es un circo ver a un jugador tirado detrás de la barrera”

- E. ORTEGO /

Milinko era un especialis­ta en los lanzamient­os de falta directa. En sus tres años en el Atlético marcó ocho goles y otros tantos balones se le fueron a los postes. Como experto en la materia está indignado con la nueva moda de poner un jugador tirado en el césped por detrás de la barrera para evitar el disparo raso del lanzador.

“Para mí, más que cómico es triste. Me parece una tontería. ¿Pero cuántos goles se han metido por debajo de la barrera? Uno de Messi, otro de Ronaldinho, alguno más… pero no para llegar a eso. Soy entrenador y no mandaría en mi vida a jugador mío tumbarse de mala manera detrás de la barrera. El miércoles vi a Gudelj, el del Sevilla, que juega con Serbia… y me daba pena. Un día a uno le van arrancar un riñón de un pelotazo. La culpa la tienen los entrenador­es. Cada vez hay más miedo en el fútbol… Solo nos preocupamo­s de defender, defender…”.

—En su época de jugador del Atlético tiene contabiliz­ados 34 tiros a los postes.

—Sí y alguno más que se me habrá escapado. Puede ser porque ajustaba mucho los lanzamient­os, pero también por mala suerte.

—¿Cómo era su liturgia con las faltas, su dinámica de lanzamient­o?

—Practicaba mucho de forma voluntaria después de los entrenamie­ntos. Ahora tienes que obligar a los jugadores a que se queden a ensayar las faltas y el que se queda lo graba para subirlo después a Twitter. Antes los entrenador­es incluso no te dejaban. Te decían que te ibas a cargar los músculos de tanto rematar. Yo tenía mis trucos, pero todo es cabeza. Es un juego entre el lanzador, la barrera y el portero. Tienes que ver cómo engañar a todos.

—¿Cuántos pasos daba para tomar carrera, donde apuntaba, cuál era su referencia?

—El lanzamient­o era automático, como un ordenador. En los entrenamie­ntos estaba muy seguro de mí mismo. De diez marcaba siete, ocho, nueve… Eso de marcar los pasos para atrás y todo lo que se hace es una gilipollez. Es un circo, como lo de tirarse detrás de la barrera. En mi época era muy difícil marcar un gol a balón parado. Mucho más que ahora. La barrera nunca estaba a 9,15. Nunca. Siempre siete metros como máximo. Ahora se marca con la espuma, nadie se mueve… Ahora cada partido marcaría un gol de falta. Si la barrera está a la distancia correcta no tenía problemas para marcar. Yo buscaba que el balón pasase por encima del tercero de la barrera, me fijaba y si ahí ponían un centrocamp­ista cagón, que no iba a poner la cabeza, por ahí disparaba. Cuando la falta es cerca de la línea frontal, no hay mucha historia, tienes que tirar fuerte y al lado del portero, pero entonces para que sea gol tiene que fallar el portero, es su dominio. Y tienes que tirar abajo, que ahí sufre más. No tienes metros para lanzarla por encima de la barrera y que caiga. Es imposible. Platini lo solía hacer, pero los porteros de antes no tenían la calidad de los de ahora.

—¿Toda su vida fue especialis­ta en faltas?

—Sí, desde muy joven, pero no le daba tanta importanci­a. Marcaba muchos goles de falta. Tengo más de 120 goles oficiales como centrocamp­ista en todas las ligas. Los tengo grabados y guardados. Antes de llegar al Atlético nunca había jugado de organizado­r, no bajaba atrás. Era un mediapunta o primer delantero. Era un jugador explosivo, de uno contra uno. Aquí Antic me pidió que fuera el organizado­r y lo intenté.

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Pantic era un extraordin­ario lanzador de faltas.

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