De alineador a revolucionario
■ Tan fácil es adquirir un sambenito como difícil deshacerse de él. A Zidane se le adosó en su primera etapa el de alineador. Sus méritos se minusvaloraban y sus éxitos eran producto de la plantilla que encontró, cuando no también de su flor. Sus últimos logros y decisiones realzan su figura como entrenador con recursos. Zidane ha desterrado los clichés y se han convertido en un completo estratega.
Esa estereotipada imagen va quedando atrás. Su primer gran golpe lo dio en la Supercopa, en enero de 2020, cuando en la semifinal contra el Valencia renunció a los extremos y alineó un centro del campo con Casemiro, Modric, Kroos, Valverde e Isco. Se había resistido hasta entonces a ponerlos juntos. Repitió en la final contra el Atlético. Resultado: el título. Tras el confinamiento explotó su faceta como gestor de emociones. 10 victorias en 10 partidos y la Liga 34 en el bolsillo a falta de una jornada.
Esta temporada está saliendo airoso del más difícil todavía: un inicio complicado, un calendario de locura y una incesante sucesión de bajas en puestos clave. He reconvertido en lateral permanente a Lucas Vázquez, una posesión donde ha manejado hasta siete alternativas. Neutralizó al Atlético de Simeone que venía arrollando en la Liga. Ha adaptado su sistema a diferentes dibujos y ha hecho funcionar el esquema con tres centrales con el que experimentó sin éxito en el pasado. No solo sus onces se han vuelto imprevisibles, también sus planteamientos. Ante el Liverpool, contra pronóstico tras lo visto frente al Eibar, recuperó su tradicional 4-3-3.
Su buen hacer también se palpa en sus jugadores: Vinicius, Asensio, Nacho, Marcelo, Isco, Militao... Juegue quien juegue, encuentra su sitio y el equipo funciona como un reloj. El que ha puesto en hora Zidane.