AS (Sevilla)

De alineador a revolucion­ario

- POR MARIO DE LA RIVA

■ Tan fácil es adquirir un sambenito como difícil deshacerse de él. A Zidane se le adosó en su primera etapa el de alineador. Sus méritos se minusvalor­aban y sus éxitos eran producto de la plantilla que encontró, cuando no también de su flor. Sus últimos logros y decisiones realzan su figura como entrenador con recursos. Zidane ha desterrado los clichés y se han convertido en un completo estratega.

Esa estereotip­ada imagen va quedando atrás. Su primer gran golpe lo dio en la Supercopa, en enero de 2020, cuando en la semifinal contra el Valencia renunció a los extremos y alineó un centro del campo con Casemiro, Modric, Kroos, Valverde e Isco. Se había resistido hasta entonces a ponerlos juntos. Repitió en la final contra el Atlético. Resultado: el título. Tras el confinamie­nto explotó su faceta como gestor de emociones. 10 victorias en 10 partidos y la Liga 34 en el bolsillo a falta de una jornada.

Esta temporada está saliendo airoso del más difícil todavía: un inicio complicado, un calendario de locura y una incesante sucesión de bajas en puestos clave. He reconverti­do en lateral permanente a Lucas Vázquez, una posesión donde ha manejado hasta siete alternativ­as. Neutralizó al Atlético de Simeone que venía arrollando en la Liga. Ha adaptado su sistema a diferentes dibujos y ha hecho funcionar el esquema con tres centrales con el que experiment­ó sin éxito en el pasado. No solo sus onces se han vuelto imprevisib­les, también sus planteamie­ntos. Ante el Liverpool, contra pronóstico tras lo visto frente al Eibar, recuperó su tradiciona­l 4-3-3.

Su buen hacer también se palpa en sus jugadores: Vinicius, Asensio, Nacho, Marcelo, Isco, Militao... Juegue quien juegue, encuentra su sitio y el equipo funciona como un reloj. El que ha puesto en hora Zidane.

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