AS (Sevilla)

Vuelven a sonreír

Once minutos de furia blaugrana borraron al equipo de Marcelino ● Piqué reapareció a gran nivel

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peligro, Griezmann fue absolutame­nte inofensivo hasta cuando lo difícil era no meterla y Messi se perdía en arabescos con Alba y seguía desperdici­ando las faltas que le señalaban en contra.

Una vez los vascos sobrevivie­ron a la salida de lobo de peluche del Barcelona, los de Marcelino se fueron sintiendo cada vez más seguros sobre el terreno de juego. Iñigo Martínez avisó en la típica falta lateral que le busca la ruina al Barça y el equipo blaugrana se dio cuenta de que su monólogo llegaba a la mitad del partido sin fruto.

Parecía claro que el Athletic peor no lo podía hacer de cara al segundo tiempo y que o el Barça dejaba de morder con dientes de leche y sacaba los colmillos o la final se le iba a poner en una carrera contra reloj en la que a medida que se acercara el final del partido más opciones iba a tener un Athletic que salió a jugar el segundo acto sin Muniain, absolutame­nte inédito y claramente tocado, siendo sustituido por Lekue.

El inicio del segundo tiempo siguió la tónica del primero, con el Athletic siendo un guiñapo en manos de un Barça que seguía teniendo en su falta de puntería a su peor enemigo. Griezmann, Pedri y Busquets fallaron ante Unai Simon ocasiones para desesperar­se hasta que a los 59 minutos Griezmann abrió la lata en un gol casi imposible de fallar tras el centro de De Jong.

Liberado de esa presión, el Barça se subió a la ola para aniquilar al Athletic en once minutos. Todo lo que tardó en entrar durante una hora, cayó a chorro en un rato salvaje. De Jong marcó el segundo y colaboró en el tercero para que

Messi dejara en nada el intento de reacción de Marcelino que introdujo tres cambios de golpe que no sirvieron para nada. El Barça había puesto la quinta velocidad y Leo marcó el cuarto a pase de Alba.

A partir de ahí, el Barça se reencontró con su imagen de ganador y se quitó la careta de perdedor que se le había puesto desde hacía demasiado tiempo. Ocho meses después de la derrota de Lisboa, Koeman logra dar una alegría a una afición que se la merecía desde hace mucho tiempo tras una travesía del desierto muy dura. El Athletic, por su parte, fue incapaz de levantar una final que empezó a perder hace dos semanas y que el Barça no podía perdonar.

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