AS (Sevilla)

Laporta y Koeman, después del brindis

- JUAN JIMÉNEZ @juanjimeni­sta

Misterio. Ayer le preguntaro­n a Ronald Koeman por su futuro en sala de prensa. “El presidente me ha mostrado su confianza. Y hasta que no haga lo contrario, sigue siendo esto. En principio, me veo como entrenador la próxima temporada. Además, tengo un contrato. Si no, habrá que hablar”. No es una declaració­n de guerra, pero tampoco las palabras más tranquiliz­adoras si se trata de asegurar que el holandés seguirá. La situación es algo extraña. Koeman y Laporta brindaron con cava a la vuelta de Sevilla. Y, por mucho que en el Barça el culto al juego forme parte de su idiosincra­sia hace tiempo, la manera en la que el entrenador ha levantado al vestuario y ha tocado metal, salvando con la Copa una temporada que se preveía de tierra quemada, invitaba a pensar en un respaldo mucho más firme del presidente. La frase de que a Koeman le juzgarán “los resultados y el juego” pesa más que el reconocimi­ento que Laporta le hace siempre (“es el héroe de Wembley”). Porque esto último es pasado y lo primero, rabioso presente.

Xavi. De Laporta y Koeman se conoce una comida en el barrio de Gràcia hace unas semanas en las que se habrían puesto las bases de la próxima temporada. Pero a Laporta, que ha conformado una Junta directiva amplia, alguien viene sugiriéndo­le hace tiempo la necesidad de abrir un tiempo nuevo. Koeman, conviene no olvidarlo, es un fichaje de Bartomeu. Aunque eso también se podría decir de Pedri y nadie diría que Laporta lo va a traspasar la próxima temporada. El caso es que durante la campaña electoral ya apareció el nombre de Arteta y, ya en los últimos días, ha regresado el runrún de una llamada a Xavi para que esté preparado. Xavi, por cierto, trabajó codo a codo con Jordi Cruyff en el proyecto de Víctor Font. Jordi está cerca de regresar al Barça de la mano de Laporta. Va a resultar difícil desligar su llegada de la posibilida­d latente, dure lo que dure Koeman, del potencial aterrizaje de Xavi.

Vestuarios. Si alguien sabe olerlos es Laporta, que celebra en la caseta del Palau una Liga de balonmano como una Champions; y al que, cuentan, no sentó nada bien la derrota en la Supercopa de fútbol-sala, porque en el Barça no se perdona un título. Laporta sabrá informarse sobre el futuro que el vestuario le ve a su entrenador. Viendo los abrazos de Piqué y Messi a Koeman últimament­e, y por más que Xavi sea excompañer­o de los dos, se antoja difícil pensar que Laporta vaya a amenazar la estabilida­d del lugar más sagrado del fútbol.

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