AS (Sevilla)

Benzema vale lo

Un golazo de volea del francés, otra vez el mejor, permite al Madrid llegar vivo a Stamford Bridge

- LUIS NIETO

Todo fue lo que parecía. El Chelsea, un hueso. El Madrid, Benzema y diez más. La Champions, un mal sitio para meter la pata. Makkelie, un árbitro al servicio de sí mismo y no de quien le puso en Valdebebas. Y la eliminator­ia, un thriller que se resolverá en Londres. La gran virtud del Madrid en esta competició­n que fundó y que explica sus trece copas radica tanto en su capacidad para aprovechar el viento de cola como para sortear tempestade­s. Una se le vino encima en la primera mitad y salió vivo de ella. Y luego restableci­ó un equilibrio que espera romper en Stamford Bridge. Le costará.

Atendiendo a la estadístic­a reciente de los dos terraplani­stas (uno, el Chelsea, arrepentid­o como Galileo; otro, el Madrid, persistent­e) se anunciaba el desfile de una columna de blindados. Atendiendo a las alineacion­es, también.

Zidane se fue a los tres centrales, que ahora es mal menor por varias razones. La principal, que el séquito de Benzema en ataque está muy lejos de aquellos tiempos de la BBC, un bombardero que no miraba a retaguardi­a y que justificab­a de sobra esa juerga loca del 4-3-3. Pero es que además a Zidane, aunque tarde, se le ha aparecido el banquillo con el renacimien­to de Nacho y Militao (excelente otra vez), más Marcelo, que con la red de un central de más aún tiene recorrido y el plus de la experienci­a en una competició­n que él y el Madrid traducen como nadie.

Tuchel tampoco tocó nada. Le ha ido bien con ese 3-4-2-1 que amuralla al equipo por el centro con Kanté y Jorginho, un cerrojo de doble vuelta, y sin su fichaje estrella, Havertz, que aún debe coger ese punto canalla que tiene la Premier. El partido, en cualquier caso, tuvo más marcha de la prevista. El furgón blindado pasó de largo.

El Chelsea es un equipo de enorme exuberanci­a física para el que cualquier zona del campo es aprovechab­le. Con y sin balón. Más incluso sin balón. Así que, presumiend­o de vigor extremo, se fue a buscar al Madrid allá donde estuviese. A por los centrales, a por los laterales, a por Casemiro, a por los constructo­res. Aquella manada azul resultó un verdadero incordio para el equipo de Zidane. Más con un árbitro, Makkelie, muy permisivo con los contactos.

El Chelsea de Tuchel es un experto en penalizar la pérdida ajena. Pudo hacerlo pronto, en una llegada de Mount, con dejada de Pulisic de cabeza y remate de Werner a tres metros de la línea de gol. Courtois sacó un pie por reflejos y evitó un gol seguro. Aquello no acabó con el dominio del Chelsea, un equipo de extraordin­aria

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Los jugadores del Real Madrid celebran el gol de Benzema en la primera parte, obra de Benzema, mientras los del Chelsea se lamentan.
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