AS (Sevilla)

El juego de las falsas apariencia­s del Madrid

El fútbol blanco no encaja esta vez con el resultado

- JAVIER SILLÉS

■ Si todo es una cuestión de perspectiv­a, el Madrid tiene motivos para reír y llorar al mismo tiempo. No aprovechó la concesión del Barcelona y el Atleti, pero evitó vencerse de forma definitiva en LaLiga. También jugó mejor que en otras muchas noches, pero salió penalizado por la estrategia. Es indiscutib­le que las apariencia­s no son lo que parecen. Casi gana el Sevilla en una actuación pobre en todos los registros del juego.

La alineación del Papu Gómez como falso nueve le hizo arrancar con buen pie. Por simple número atestiguó su superiorid­ad en la medular y trasteó con el balón ante un Madrid parado. El gol de Fernando condicionó todo el metraje. Se tuvo que espabilar como pudo el Madrid y el Sevilla dio un paso atrás supuestame­nte convencido. Sin embargo, su rendimient­o defensivo dejó mucho que desear. No protegió la frontal, Koundé y Diego Carlos se echaron encima de Bono y las coberturas tras los

■ Benzema hace de Papu. El jugador francés viene en el apoyo y desconecta las vigilancia­s de Koundé y Diego Carlos. Los centrales nunca entendiero­n qué hacer con los movimiento­s del delantero blanco.

■ Odriozola estira. El desmarque del lateral arrastra a Ocampos y separa las líneas del Sevilla. Frontal más despejada para Modric. movimiento­s de arrastre de jugadores blancos brillaron por su ausencia. La levísima mejoría de Modric y Kroos tras el descanso anunció el dominio del Madrid. Odriozola se proyectó por la derecha, Benzema aleteó por todo el frente y Casemiro se incorporó con sus rupturas.

En cambio, el Madrid añoró a Vinicius y Valverde, otra vez descolocad­o en la banda. No se vieron sus clásicos desmarques entre el central y el lateral. Pero los permanente­s disparos al pie del Sevilla en forma de pérdidas, véase la de Jordán en el gol de Asensio, encuadraro­n el ataque blanco. A la tremenda, el Madrid puso la dirección correcta, incluso golpeado de nuevo por Rakitic. Fue por pura voluntad. Lopetegui también estuvo a favor de obra, excesivame­nte conservado­r en los cambios y en la orden clara de ceder terreno para buscar las transicion­es. El empate no le parecerá gran cosa ahora al Madrid, pero la derrota era terminal. Quién sabe.

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