Maxi recupera el olfato gracias al ‘efecto Voro’
El Valencia encuentra la paz ante un Valladolid que paga sus errores
Mestalla pasó en 24 horas de los gritos del hastío al silencio del miedo en los prolegómenos del partido. De la algarabía de una afición que se manifestó contra el dueño, a los nervios de dos equipos que jugaban por alejarse del descenso o permanecer en el abismo. Ese temor por andar por el precipicio fue lo que adelantó el despido de Gracia y el efecto Voro, hombre de club con aura de apagafuegos. Encontró en Maxi Gómez su salvoconducto a la tranquilidad.
El uruguayo selló oficiosamente la permanencia del Valencia en Primera en su temporada más horrorosa desde la del descenso de 1986. Los che tienen ahora de renta los mismos puntos que quedan en juego, nueve. Los goles de Maxi y el de Correia sepultaron las aspiraciones del Valladolid, que perdonó con 0-0 y que ya está a tiro de un partido del Eibar. Y ojo al calendario de vértigo que le queda: Villarreal, Real Sociedad y Atlético. El Valencia, tras su victoria más holgada, pasa de ser parte a juez del descenso, porque dos de los tres partidos que le restan de Liga serán contra Eibar y Huesca.
El Valladolid quería pescar en río revuelto y hasta el descuento del primer tiempo estuvo con la caña preparada. Si no se adelantó fue por el buen hacer de Cillessen. Los de Sergio, que sentían triunfar su plan de juego, se fueron viniendo arriba como ese amigo que cuenta un chiste detrás de otro cuando ve que el resto le ríen la gracia. Míchel, Roque Mesa y Alcaraz parecían la vieja del visillo de José Mota, omnipresentes en su ventana, siempre ácidos en sus incursiones. Pero dicen que quién ríe el último, ríe mejor y Maxi Gómez soltó dos carcajadas que no hicieron gracia al Valladolid. Será cosa del efecto Voro o quizás más bien de las asistencias que les dieron Gayà y Soler, pero Maxi Gómez, que no marcaba desde hacía 125 días, y Correia encontraron la paz para el Valencia.