Culé en Orriols
Inexplicable desaparición de los blaugranas en la segunda parte ● LaLiga ya es una quimera
El inicio de la segunda parte fue absolutamente opuesto al de la primera. Como si hiciera falta una nueva prueba de que el Barça, cuando se siente en ventaja se aboba, los de Koeman salieron al campo invitando al Levante a remontar el partido. El Barça empezó a perder balones, a dejar de ser intenso y a dar la imagen de vaca que mira el tren. Los locales parecían los primeros sorprendidos ante las facilidades que ofrecía el líder virtual. Tardó 12 minutos el equipo local en tomarse en serio la invitación hasta que Melero fusiló de cabeza a Ter Stegen ante un Sergi Roberto transparente.
No había ni rastro del Barça de la primera parte, que decidió volver a suicidarse por la vía rápida y tres minutos después del primer gol local, en una jugada catastrófica de los culés, Morales empató el partido. El Barça regresaba a su estado ideal, el de la tortura. Lo que quedaba por ver era sí estaría a tiempo de hacerlo. Y ante estas situaciones caóticas, nadie como Dembélé para aparecer en el momento más insospechado para marcar el tercero que debía servir para que el Barça se impusiera. Pero de nuevo, la capacidad de autodestrucción del Barça es infinita. Toño hizo lo que quiso con Dest y puso un balón a Sergio León que empató el partido con un gol que fue el botón de autodestrucción culé en esta Liga. De todas las maneras de tirar una Liga, el Barça eligió la más dolorosa: la autodestrucción.