AS (Sevilla)

Gafas especiales para soñar

La Selección femenina de hockey lleva desde septiembre mejorando el descanso gracias a cambios en los hábitos

- ALBERTO MARTÍNEZ / TOKIO

El reloj de la ciencia del deporte no se detiene, como advierte Carla Estivill, doctora del sueño. “En enero hubo un consenso europeo para considerar el descanso y el sueño como parte del entrenamie­nto de un deportista. Estoy convencida de que en los próximos años los cuerpos técnicos tendrán un experto en esta materia”, comenta después de formar parte de manera activa de la preparació­n olímpica de la Selección femenina de hockey.

Todo empezó en marzo de 2020. “Hicimos una charla en Madrid con todas las federacion­es, hablamos del jet lag. En septiembre empezamos el trabajo con la selección de hockey, que mostró mucho interés”, explica. El inglés Adrian Lock entiende el deporte desde ese prisma científico en el que mejorar “al deportista es mejorar al equipo” y en el que “cuanta más informació­n se adquiera se tomarán mejores decisiones”.

La primera misión, un estudio del sueño. A cada jugadora se le dio un reloj especial con un sensor que filtraba cinco parámetros: actividad durante el descanso, posición del cuerpo, temperatur­a ambiente, luz y temperatur­a corporal. “Encontramo­s una chica con SPI (síndrome de piernas inquietas). Notaba hormigueo e inquietud en las extremidad­es inferiores y le impedía dormir. Es neurológic­o, pero con tratamient­o lo corregimos”, explica Estivill.

El promedio de las jugadoras era dormir seis horas y media. “Es muy poco. Deben dormir nueve para reparar su cuerpo”, dice Estivill, que apostilla: “Nuestros hábitos nos llevan a adquirir un ritmo circadiano concreto. Tenemos relojes internos que muchas veces vienen marcados por la luz”. También se encontró con otro problema habitual, la toma desmesurad­a de café: “La recomendac­ión es como máximo de dos y ninguno después de la comida”, dice.

Para ayudar a las jugadoras a descansar mejor y rendir, Estivill diseñó dos acciones: generar hábitos nuevos y actuar mediante el aumento o la reducción de la luz en función de la hora del día. La recomendac­ión fue cenar entre las 20:30 y las 21:00 y acostarse a las 23:00 para levantarse a las 7:00. Para ello, utilizaban además dos tipos de gafas: antes de dormir y después. “La luz azul es la que nos activa. Por la noche utilizaban un tipo de gafas que evitaba que les diera esta luz y generaba melatonina para que el cuerpo entrara en la fase de relajación, y por la mañana otra que proyectaba esta luz para activarse antes”, explica.

Dos tipos “La luz azul nos activa. Por la noche la evitamos, al revés por la mañana”

Tokio. Comenta por su grupo de WhatsApp con ellas, y en las concentrac­iones lo mantienen. Forma parte del entrenamie­nto, como el trabajo del penalti córner o las comidas, pero quedaba dar un paso más: la adaptación al horario de Tokio, siete horas más que en España. “Los hemos hecho de manera progresiva”, recalca Estivill. “Hasta el día 12 debían dormir de 23:00 a 7:00. Del 12 al 17 intentamos que se levantasen sobre las 5:00 y que se acostaran alrededor de las 21:00. El último día debían ya cenar aproximada­mente a las 18:00”. Cambiar ese ritmo circadiano provocará que “en dos o tres días su cuerpo pueda estar adaptado, porque la luz también influye”. Y, ahora en la villa, el equipo se nota más adaptado antes del estreno.

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Por la noche, las gafas generan melatonina y evitan la luz azul.
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Por la mañana, proyectan esa luz azul para activarse antes.

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