AS (Sevilla)

Nuestra chaladura, nuestras normas

- RAFA CABELEIRA

Es típico del aficionado culé saltar del entierro al bautizo como si por el camino solo hiciese falta cambiar de corbata. Y no pasa nada, no hace falta disimular ni esconderse. La vida son dos días y no merece la pena estancarse ni ceñirse a los convencion­alismos sociales. Disfrutamo­s ese punto de bipolarida­d autodiagno­sticada y a nadie debemos explicacio­nes, menos aún a unos rivales que siempre aparecen prestos para enmendarno­s la plana: si celebramos, porque celebramos; si queremos quemarlo todo, porque no hemos solicitado el permiso de quema pertinente. Como no dijo nunca nadie –lo entrecomil­lo solo por precaución-, “nuestra chaladura, nuestras normas”.

El domingo por la tarde, después de caer en el Bernabéu como en los tiempos de Butragueño y García de Loza, parecíamos dispuestos a todo: despedir a Xavi, enfrentarl­o con su hermano en combate singular, deportar a Rafinha y Dembélé, meter a Busquets en un ataúd sin tapa, como en esa fiesta gallega donde pasean a los vivos amortajado­s porque, yo qué sé, los gallegos somos así de riquiños incluso con la muerte... Hasta Laporta empezaría a temer por el cargo intuyendo la llegada del frío y el tono negro a las portadas que, como todo el mundo sabe, suele anunciar el inicio de la guerra entre dos mundos.

El equipo se puso a danzar como los ángeles y nos recordó que el Barça también es esto

LTodo parecía perdido, empezando por la razón, y la tierra quemada se compactaba bajo nuestros pies hasta que saltó el equipo al Camp Nou para enfrentars­e al Villarreal, se puso a danzar como los ángeles y nos recordó que el Barça también es esto: un grupo de cachondos que a veces juega al despiste, como si nada importase demasiado y mucho menos quedar fuera de la Champions, que es una competició­n para catequista­s y empleados de banca. Recuperó el orden, personific­ado en un Ferran Torres que cuida el balón como si fuese un hermano pequeño. Y en Frenkie de Jong, que nos hizo recordar que se puede ir por la vida de moderno con un peinado del siglo pasado: todo vuelve, también los holandeses y las modas.

a Liga ya es nuestra, en definitiva. Al menos hasta mañana. O hasta la semana que viene, quién sabe... No olviden hacer acopio de corbatas, por si acaso.

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Ferran Torres intenta zafarse de Mojica.

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