AS (Sevilla)

El ‘tridente’ más casero

Fabio Crespo Gámez lleva desde los 15 años en el arbitraje y ahora se le han unido su madre, Adriana, y su hermana, Luján

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Arcade, el punto más oriental de la Ría de Vigo, es famoso por sus deliciosas ostras, un manjar que no encaja en todos los bolsillos ni en todos los paladares. En este pequeño pueblo costero de Galicia reside la familia Crespo Gámez, en la casa donde la ley aparece por todos los rincones, donde el timbre suena como un silbato y en la cartera duermen las tarjetas. Es el hogar de Fabio, un joven árbitro que lleva una carrera meteórica y aspira a lo máximo. Es la familia de Adriana, la madre capaz de coger un banderín para seguir a sus hijos en la aventura. Y, sobre todo, es el sitio de Luján, la niña que sueña con ser jueza en el fútbol. “Mami, yo quiero ser árbitra”, espetó un lunes en casa. Es la Concha Velasco del balompié, pero Luján no quiere ser artista, quiere ser árbitra principal, no le vale con ser linier como hace ahora. Le gusta porque asiste a su hermano, que ejerce de principal, y ve correr a su madre por la otra punta del campo. Pero lo suyo es estar en el centro del escenario: “Me gusta ser la principal porque es quien lleva la orden”, afirma tajante la pequeña de 11 años. Juntos forman el tridente arbitral más casero. Son únicos, como las ostras de Arcade.

Todo empezó de casualidad, casi sin querer. Un compañero de clase de Fabio llevó un reglamento y de repente se abrió el sol en aquella gris mañana primaveral en un aula de secundaria. La curiosidad del mayor de los Crespo Gámez no se sació con una simple ojeada a aquel libro o una fugaz búsqueda por internet. Fabio quiso llevar la experienci­a hasta el último nivel. Se informó, realizó el curso y empezó a arbitrar. Ni siquiera el obstáculo de una lacra que se hacen pasar por padres frenó su camino: “Al principio afecta bastante, sobre todo en el cambio de asistente a fútbol-8, porque empiezas a arbitrar tú solo a niños y no es que te vayan a protestar los niños, pero sí cae algún insulto de los entrenador­es y de los padres. Tengo que decir que fútbol-8 es lo peor que hay por culpa de los padres, que piensan que tienen en casa a Messi o a Cristiano. No se dan cuenta que sólo son niños que van a hacer deporte y pasárselo bien con los amigos”.

La arrollador­a personalid­ad de Fabio, su tranquilid­ad y su buen hacer le permitiero­n ascender hasta Primera Regional, con el anhelo de seguir escalando. No obstante, el mayor premio a su corta pero intensa trayectori­a lo recibió en casa. Fue tras uno de los muchos partidos en los que tenía a su familia como fans en la grada. Al día siguiente, ese famoso lunes del que hablábamos antes, Luján reveló a la familia su intención de continuar por el camino de su hermano, le gustaba la foto de ese espejo de la admiración en el que veía a Fabio cada día y de su mano quiere llegar a la élite. Eso sí, la pequeña pone condicione­s: “Ojalá coincidamo­s algún día en Primera, pero él de cuarto árbitro y yo de principal”.

En esta recién inaugurada andadura de los Crespo Gámez ha sido fundamenta­l el apoyo incondicio­nal de la familia. Desde el abuelo, que coge el coche para llevar a su nieto haga frío, llueve o sea en el quinto infierno, hasta el padre, que aguanta estoicamen­te los habituales improperio­s de la grada. Y por supuesto, Adriana, esa madre que no pudo realizar su sueño de ser futbolista por nacer en una época complicada para las mujeres y que ahora corre la banda banderín en mano por sus hijos, pero también por ella. En el campo le toca acatar las órdenes de su hijo, pero ella avisa. “Fabio, no te pases que al llegar a casa la que expulsa soy yo”, le dijo entre risas en el partido del pasado fin de semana. La broma es broma, lo cierto es que a Adriana se le cae la baba con sus hijos: “Fabio está cada día mejor en el campo, más contento, tiene la disciplina de mantenerse en forma, creo que puede seguir proyectánd­ose hacia un futuro de élite. Luján está iniciándos­e, pero es una chica madura y con mucha personalid­ad. Si se lo propone, estoy segura de que llegará a donde ella quiera. Ojalá puedan llegar los dos a Primera, me encantaría”.

Luján “Ojalá Fabio y yo podamos coincidir algún día en Primera, pero él de cuarto árbitro y yo de principal”

Bromas “No te pases, Fabio, que al llegar a casa la que expulsa soy yo”, le dijo la madre al hijo en el último partido

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Fabio Crespo Gámez realiza el sorteo de campo custodiado por su madre, Adriana, y su hermana, Luján.

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