AS (Sevilla)

El Madrid se Marcha al Mundial

Lección de fútbol, intensidad y valentía del Rayo ante la peor versión del equipo de Ancelotti Los vallecanos se adelantaro­n primero y supieron remontar luego ante un rival dormido ● El VAR 'pitó' un penalti en cada área

- LUIS NIETO REPORTAJE GRÁFICO JAVIER GANDUL Y DANI SÁNCHEZ

Al Madrid se le ha parado el reloj. Según se ha ido acercando el Mundial el equipo ha ido menguando hasta tocar fondo en Vallecas, donde entregó el liderato y gran parte de su buena imagen de los primeros meses de competició­n. Fue ante un Rayo excepciona­l, valiente, aventurero, superior en lo anímico y lo futbolísti­co cuando se puso en ventaja y cuando se vio por detrás en el marcador. En el cuadro de honor del partido quedaron Fran García, Álvaro García, Trejo, Balliu e Isi. En el rincón de pensar, más de medio Madrid: sus dos laterales, un Tchouameni intrascend­ente y sin jerarquía, tres puntas sin filo e incluso el casi infalible Modric. El marcador, estrecho, le hizo un favor.

Hace más de un año, Ancelotti calificó a Nacho como un defensa pesimista, adjetivo que en términos futbolísti­cos viene a retratar a aquellos que no se fían ni de su sombra en el campo, que siempre se ponen en lo peor frente al adversario. Era un elogio. También Ancelotti fue pesimista en Vallecas. Puso lo mejor de lo que le quedaba sano o disponible porque la noche venía en puntas: liderato provisiona­l del Barça, partido de lunes, noche destemplad­a, campo pequeño, césped irregular y rival disfrazado de modesto cuando no lo es ni en su alineación ni en sus maneras. Así lo quiere Iraola, que no movió nombres ni plan para esperar al Madrid: su 4-2-3-1 de siempre, con doble motor en cada ala (Balliu e Isi a la derecha, Fran García más Álvaro a la izquierda) y Trejo para decidirlo todo. Esa jefatura es indiscutib­le en Vallecas.

El pesimismo de Ancelotti no lo percibió el equipo, que salió con los brazos caídos, enfermo de mundialiti­s. Del Rayo miró su palmarés, no sus vídeos recientes, y se vio en una ratonera desde el comienzo.

El equipo de Iraola le echa cara a la Liga sin valorar el tamaño del adversario. A por el Madrid se fue hasta su área, buscando la recuperaci­ón rápida y merendándo­le las bandas. Ahí guarda su dinamita. Y de ahí sacó su primera ventaja, un gol antes del minuto 5. Fue en una arrancada de Fran García, un 3 hecho en La Fábrica, con centro retrasado donde no lo esperaba la zaga del Madrid, que se había hundido hasta el área pequeña, y zurdazo sobre la marcha de Comesaña fuera del radar de Courtois. Nada funcionaba en el equipo de Ancelotti: muy inferior en intensidad, muy impreciso en la salida de la pelota sin la brújula de Kroos, con pérdidas de infarto y superado por los costados (sobre todo el de Mendy) y por el centro (Alaba ya anda en lenguas). El Rayo tenía la iniciativa, la pelota y las ocasiones. Courtois le sacó un mano a mano a Álvaro García en pleno huracán de la Franja. Pocas veces se ha visto al Madrid

tan sometido por un rival. Ni siquiera en la Champions.

De túneles así suele sacarle Vinicius, que no necesita a nadie para darle un volantazo a un partido, pero el brasileño respira mal en campos pequeños. Balliu no tuvo piedad con él, por las buenas o por las malas. Tampoco Modric, que tantas veces pasa a limpio el juego del equipo, supo escapar de la emboscada franjirroj­a.

Y sin mérito mediante, el Madrid se encontró con el empate. En la primera combinació­n larga del equipo, la pelota le llegó a Asensio en la derecha y Fran García le derribó con claridad. A Martínez Munuera se le fue y el VAR tardó más de un minuto en llamarle para que hiciera una relectura de un derribo meridiano. Acabó pitándolo. Habérselo saltado hubiera revitaliza­do a los amigos de la conspiraci­ón. Lo transformó por el centro Modric. Era el primer disparo a puerta del

Madrid. El segundo también acabó en gol. Fue en un córner muy roscado de Asensio al que aplicó en el segundo palo Militao un cabezazo fantástico. Dos zarpazos del Madrid que no explicaban el partido y que tampoco desanimaro­n al Rayo, que antes del descanso empató con un voleón tremendo de Álvaro García que entró por el palo de Courtois. La violencia del remate le exculpó parcialmen­te.

La segunda parte también fue del Rayo aunque sin la contundenc­ia de los inicios. Robó menos, llegó menos y disparó menos, pero siguió resultando inquietant­e por las bandas. Álvaro García fue un instrument­o de tortura para Carvajal. Y Fran García mantuvo muy atrás a Asensio, que no está en esto para levantar diques. En aquella fase tuvo un gol claro Camello. En cierto modo, el Rayo es un equipo achatado por los polos: Dimitrievs­ki es irregular y a Camello le falta gol.

Con el Madrid dormido, Álvaro García intentó en una esquina del área un sombrero sobre Carvajal, que metió la mano con ánimo de intercepta­r. Otro penalti claro que no vio Martínez Munuera y sí el VAR. Se lo paró Courtois a Trejo a la primera, pero el propio Carvajal había entrado en el área. A la segunda no falló el argentino.

Ni con la ventaja levantó el pie el Rayo. Ni siquiera físicament­e, la penúltima esperanza de un Madrid desastroso. La última fueron los cambios. Ni Camavinga ni Mariano ni dos laterales nuevos enmendaron nada en esa atropellad­a embestida final, aunque Rodrygo estuvo a un paso del empate. No lo mereció un Madrid que pide a gritos el parón y que el Mundial le devuelva a sus figuras con más ganas de las que se llevan a Qatar.

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Los jugadores del Rayo Vallecano celebran eufóricos el triunfo con la grada de Vallecas después de acabar el partido.
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