AS (Sevilla)

Siempre Bale

El delantero marca el primer gol de Gales en un Mundial después de 64 años ● El empate sabe a poco a EE UU

- IGNACIO CAMACHO

Se le podrá cuestionar su profesiona­lidad, su falta de entusiasmo y la facilidad que tiene para borrarse cuando cree que la cosa no va con él, pero hay algo en Bale que es una verdad absoluta: es un jugador de grandes momentos. Ya sea en una final de Champions, en una Eurocopa o, ahora, en un Mundial. Cuando el escenario es lo suficiente­mente grande, el galés tiene una facilidad pasmosa para pedir el foco y ser el protagonis­ta. Sobre todo cuando lleva puesta la camiseta de Gales. La selección británica, que volvía a un Mundial después de 64 años, logró sacar un empate ante un rival, Estados Unidos, que fue bastante superior, pero al que le faltó contundenc­ia. El tanto del empate, como no podía ser de otra forma, fue de Bale.

Gales es una selección de tradicione­s. Como ya hicieran en la Euro 2016, sus jugadores volvieron a posar en la foto inicial en formación extravagan­te, con ocho futbolista­s sentados y tres de pie. Con ese hábito previo al partido alcanzaron las semifinale­s de la Eurocopa hace seis años. Pura superstici­ón. Cualquier ayuda es poca, pensarán. Quizá ese ritual convocó los suficiente­s poderes esotéricos para evitar que Estados Unidos se adelantara demasiado pronto. Fue un milagro que un despeje de Davies tras un centro-chut de Weah rebotara en un Hennessey mal colocado en lugar de colarse en la portería y que en la jugada inmediata Sargent rematara al lateral de la red con todo a favor. Es difícil salir tan airoso cuando hay fuego amigo y enemigo en el mismo tiroteo.

La suerte acompañó a Gales en aquella jugada, pero el dominio estadounid­ense era abrumador. Tampoco es que al conjunto británico le importara demasiado. Robert Page nunca ha sido de la escuela de Guardiola y su equipo y la posesión del balón son como el agua y el aceite. Lo importante en Gales es minimizar los errores y esperar que Bale cace alguna. No es el mejor plan para afrontar un Mundial. Como era de esperar, hizo aguas. Estados Unidos fue paciente, combinó y combinó, y el talento de sus jóvenes estrellas hizo el resto. En una jugada vertiginos­a, Pulisic, el corazón de este US Team, condujo la pelota con velocidad y buscó a Tim Weah, hijo de George, a la espalda de la defensa para que el delantero batiera a un toque a Hennessey por raso.

Gales apenas cambió el plan a pesar del gol. Page introdujo tras el descanso a Moore, un delantero tanque de dos metros que entró por James, el galés más habilidoso. La idea era la misma, pero cambiaba el medio: en lugar de buscar a Bale por tierra había que hacerle llegar el balón por aire.

La presencia de Moore intimidó a EE UU, que dio un pequeño paso atrás, consciente de que necesitaba ayudarse unos a otros para contrarres­tar al gigante galés. Pero a pesar del cambio, el equipo británico solo era capaz de asustar al norteameri­cano a balón parado. Pasados los 20 minutos del segundo tiempo, parecía que EE UU había aguantado el chaparrón y volvía a controlar el partido, pero en una jugada aislada en el 81’ Bale volvió a demostrar que es un jugador de grandes citas. El exmadridis­ta controló el balón en el área y fue arrollado por Zimmerman, que cometió penalti. El mismo Bale se encargó de transforma­rlo. No iba a dejar que ningún otro marcara el primer gol de Gales en un Mundial en 64 años.

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Gareth Bale celebra con sus compañeros su gol a Estados Unidos, el primero de su selección en un Mundial después de 64 años.

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