La garra de Túnez mide la ambición de Eriksen
Dinamarca confía en su pegada y fiabilidad atrás
D. LAGOS / LA PREVIA
Dinamarca y Túnez quieren dejar sus primeras pinceladas de esperanza en Qatar. Hay expectativas disparadas en el conjunto europeo e ilusiones multiplicadas en su rival africano. No es para menos. La selección danesa llega a este Mundial tras batir a Francia en su último amistoso y después de firmar una clasificación casi perfecta con nueve victorias en diez partidos. Sus semifinales en la última Eurocopa le entregan cierto favoritismo a la hora de encontrar las sombras que deje Francia en este grupo. Túnez se apoya en su experiencia: se trata del segundo Mundial seguido que disputa y el quinto de las últimas siete ediciones. Quizás su falta de brillantez sea suplida por otras virtudes.
En Qatar todo son sueños. Y para ambos existe el de pasar de fase. Sería un primer paso. Aunque todo comienza con un duelo de aspirantes que tiene focos en algunos nombres propios. El de Christian Eriksen marca la historia de esta Dinamarca. Hace menos de dos años esquivó la tragedia tras derrumbarse sobre el césped en la Eurocopa y hoy lidera a su selección con su magia habitual y una capacidad innata para marcar diferencias. ¿Es mejor que antes? Su mente dice que sí. Se marchó del campo con la sensación de que quizás no volvería a jugar y rompió todas las previsiones regresando a los ocho meses con un desfibrilador implantado. Kasper Hjulmand le da libertad total sobre el campo y mira de reojo a sus aliados. Kjaer lidera su zaga, Maehle vuela por la izquierda y Hojbjerg trata de equilibrarlo todo. Quizás Damsgaard aún no esté en plenitud física, pero Dinamarca tiene argumentos de sobra para enamorar en su estreno.
Esperanza. Jalel Kadri fabricó una Túnez consistente que lucha cada balón y entrega sus papeletas al talento de Khazri, el delantero del Montpellier. Es la baza tunecina capaz de inventarse el peligro. Túnez confía también en el factor ambiental para tomar fuerzas en su debut.