Las botas de Vialli deben de estar en el Museo del Barça
25 aniversario de Wembley 92
Se cumplen 25 años de la gesta de Wembley en la que un grupo de amigos liderados por un genio llamado Cruyff ganaron la primera Copa de Europa. Informe Robinson los retrató.
Mañana sábado se cumplen 25 años del día en que, como explica Pep Guardiola en el sensacional Informe Robinson emitido ayer por Movistar Cero, “el Barça se hizo mayor”. El Barça era, es, un gran club, pero antes del 20 de mayo del 92 los grandes jugadores que fichaban por la entidad se preguntaban dónde estaban las Copas de Europa. El día que se ganó la primera, el Barça dio un paso decisivo, no ya para el propio club, sino para el discurso del fútbol moderno.
Nadie mejor que una de las principales víctimas de esa final, Gianluca Vialli, para expresar este concepto. Desde la euforia todo es más sencillo y se cae en la euforia. Hay que ponerse en la piel de los perdedores y el testimonio de Vialli en el programa es un monumento de señorío, deportividad y amor al fútbol.
“Mis botas son las que deberían estar en el Museo del Barça junto a las de Koeman, porque si él marcó el gol decisivo, yo fallé tres que habrían cambiado la historia. El primero se me fue alto después de hacerle una falta a Koeman que el árbitro no vio, en el segundo Zubi hizo un paradón y en el tercero el bote se llevó la pelota al lado equivocado. Si algo hubiese querido cambiar en mi carrera fue el resultado de ese partido, pero con los años he entendido que era mejor para el fútbol que ganara el Barça y no la Samp. A partir de ese día, el Barcelona construyó un relato que mejoró ese deporte. Si hubiésemos ganado nosotros, nunca sabremos lo que habría pasado, pero no sería lo mismo. Y cuando acabó la final lloré de rabia abrazado a
Paolo Mancini, vino
Boskov y nos dijo que los hombres de verdad no lloran por el resultado de un partido de fútbol. Puede que tuviera razón y que nosotros no fuéramos aún unos hombres de verdad. Ahora lo veo de otra forma”, explica la estrella italiana.
Y es que ese título, que empezó a ganarse en Kaiserslautern gracias a Bakero (que en el reportaje se reencuentra con el portero alemán y con uno de los ultras del equipo que ahora también es el jefe de comunicación del mismo) fue el éxito de un grupo de amigos tan divertidos como se explica en el reportaje liderados por un genio llamado Cruyff.
El italiano “Fallé tres goles y lloré, pero fue bueno que ganasen ellos”
Regreso Bakero vuelve a K’lautern, donde empezó una época