Dejen tranquilo a Míchel

Es curioso. Hace unas semanas, cuando el

Málaga dio un repaso en toda regla al Barça en La

Rosaleda, desde el otro lado del Puente Aéreo se quejaban de que Míchel había mostrado su pasión madridista al exhibir un equipo comprometido al cien por cien que se comió literalmente a los azulgrana. Pero ahora que LaLiga está en manos del Madrid y del propio Málaga, ya dejan caer que hay que apelar a la profesionalidad de Míchel y sus chicos para evitar que lo del domingo sea un paseo militar para la tropa de Zidane. Lo que hay que hacer es más autocrítica y valorar por qué el Barça se ha quedado este año sin segunda unidad

(lo de André Gomes, Alcácer, Digne, Arda y Denis Suárez no cuela), mientras que el Madrid ha exhibido músculo y talento con un equipo suplente que ha mejorado al once de gala.

Dudar de Míchel es absurdo. Desde que aterrizó en Málaga ha rescatado la ilusión de la afición y del propio equipo, que en estos dos últimos meses ha jugado de lujo y ha puntuado a un nivel como para colocarse en la zona Champions. Meter presión a Míchel es un ejercicio de doble moral. No se puede poner al entrenador madrileño en la diana como si él fuera el responsable de que el Barça de la MSN esté más cerca del fracaso (ni Liga ni Champions y quién sabe sin Copa del Rey) que del éxito profetizado y no cumplido. Míchel y su Málaga darán la cara este domingo ante el Madrid como lo hizo el miércoles el Celta en Balaídos. Pero eso no evitó la justa goleada del Madrid en Vigo.

Es una cuestión de fútbol... Y como dijo Isco, “ahora estamos como aviones”. Dejen a Míchel tranquilo, por favor.