El ‘efecto Conchita’ surtió efecto 23 años después
“Hicimos un gran trabajo, pero ahora entra Sumyk”
Conchita Martínez fue una de las personas más felices ayer en la pista central de Wimbledon. La exjugadora revivió como entrenadora de Garbiñe Muguruza el título que ella conquistó hace 23 años en el mismo escenario. Fue en 1994, ante la legendaria Martina Navratilova, que tenía 37 años cuando se vio superada por la aragonesa, los mismos que tiene ahora Venus Williams, la víctima de Muguruza, también de nacionalidad estadounidense. Casualidades de las que se habló mucho antes y después de la final.
Conchita, que ha suplido a Sam Sumyk en el torneo londinense, ausente por un paternidad, ha triunfado y nadie duda de que su influencia ha sido decisiva en el éxito de Garbiñe. El abrazo emocionado que ambas se dieron tras el partido lo dice todo. “¿Donde está Conchi?”, preguntó la tenista cuando se encontró con su equipo. “No me lo creo, al principio ha sido difícil, pero luego lo he visto claro”, le dijo. “Qué bueno, tía. Cómo has jugado”, contestó Martínez en presencia de otro grande, Manolo Santana. Toda especulación sobre una supuesta relación tensa entre ambas queda eliminada con ese encuentro y con lo que ha podido verse durante todo el torneo. Hay comunión pero, en principio, la colaboración no va a continuar.
“Hicimos un trabajo muy bueno. Estuvo muy receptiva y como entrenador es lo que mejor que te puede pasar. Tiene madera de campeona y estoy feliz por haberla guiado hasta este título. Pero ahora entra Sumyk”, señaló Conchita tras el partido. Una Conchita radiante y otra vez campeona.