AS (Valencia)

La Segunda llegó ante la ‘Fio re’ en el Bernabéu

Se han cumplido 60 años de la final de 1 957

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Defender título de campeón de Europa y ante tu afición. Eso es lo que logró el Madrid el 30 de mayo de 1957, y el motivo por el que la Fiorentina es el invitado de honor este año al trofeo madridista, 60 años después. El Madrid reverdeció su título europeo ante los italianos. El escenario escogido fue el Santiago Bernabéu, siguiendo una norma imperante de que la final de 1957 se jugaría en el campo del vencedor del año anterior. Así pues, el penúltimo día de mayo, el coliseo madridista acogió la segunda final europea. De un lado estaban los madridista­s, que habían eliminado a rivales de la entidad del Rapid de Viena (se jugó un desempate en Madrid gracias a las condicione­s económicas que ofreció Saporta a la directiva austriaca), el Niza y el Manchester United. Por su parte, el conjunto viola había ganado el Scudetto con unas cifras demoledora­s: una sola derrota en 34 encuentros, con 59 goles marcados por 20 recibidos. Los fiorentino­s superaron al Norrköping, el Grasshoppe­r y el Estrella Roja, al que derrotó por la mínima en Belgrado y se dejó llevar en el Comunale (0-0) anulando las bazas balcánicas.

Su técnico era Fulvio Bernardini, un viejo zorro de los banquillos. Apodado Il Dottore, recurría a trucos para desesperar al rival. En una final de la Copa de Europa no iba a ser menos: impidió que el partido se disputase con luz artificial, algo que Bernabéu,

previendo, había mandado realizar a lo largo del año. Es más, aceleró el curso para que el 18 de mayo de ese año se hiciese la prueba con un amistoso ante el Recife brasileño. Pero no hubo manera. Bernardini estimaba que a sus jugadores les beneficiab­a más jugar con luz natural. Pese a presentar un lleno espectacul­ar (casi 125.000 espectador­es), sobraron 1.581 entradas en taquillas... ¿De dónde? No se sabe, porque no había ni un solo hueco en la grada.

Los italianos, fieles a su estilo, se protegían buscando las habilidade­s de Julinho, un brasileño que hacía diabluras, pero Bernardini se dejó a dos piezas clave fuera. Ni Chiapella, centrocamp­ista, ni Prini, delantero, apareciero­n en el once titular. Aguantaron hasta que Horn interpretó que Mateos cayó dentro del área italiana en una jugada polémica (min. 70). Di Stéfano

reventó el balón en el penalti. Gento, en un veloz contragolp­e, sentenció. El estadio se vino abajo. La Segunda engrosaba las vitrinas blancas. Y encima en el Bernabéu...

Decisivos Di Stéfano y Gento marcaron los dos goles en el tramo final del encuentro

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